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Marzo se instaló junto a Candela

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Marzo se instaló junto a Candela. Me gustaba tenerla en casa, que me pasara a buscar por el consultorio y que también se hubiera anotado en las clases de defensa personal que daba Trini.

Como era de esperar, rápidamente compatibilizó con los chicos de mi grupo; entendía sus bromas y ya era una más, respondiéndoles con su estilo particularmente sarcástico. Dani la adoraba, tratándola como a una hermana menor y Trini no se quedaba atrás.

Sin embargo, no conseguir trabajo la tenía inquieta. Me contó que había estado enviando CV a algunos clubes de hockey, pero la situación actual del país hizo que las cosas no le fueran fáciles. A menudo notaba su frustración; intentaba ocultar su lloriqueo y su malestar encerrándose en la habitación y padeciendo por un rato.

Sus cambios de humor no eran tan manejables; así como se derrumbaba de golpe, al cabo de cinco minutos, estallaba en carcajadas.

Aun no habíamos tenido tiempo para probar los tapones que le compré; ese mismo lunes nos habíamos acostado temprano porque tuve una reprogramación de citas médicas y unos turnos a primera hora del martes que cambiaron mis planes.

Hacia mitad de mes, un virus estomacal la dejó hecha una piltrafa; aparentemente, el sushi que pidió no estaba en buen estado, lo que la tuvo tres días a puro vómito.

Siendo médico, mis alarmas se encendieron.

Ella sostenía que no quería ir al doctor porque tenía uno en casa. o sea, yo.

Además, la presión de saber que debía reportar a Londres que no pensaba volver era un tema que la angustiaba.

Ya habíamos tenido nuestra primera discusión como novios: ella repetía que aún no estaba preparada para enfrentar la desaprobación de sus padres.

Conocí sus gritos enojados.

Prefería los de sus orgasmos.

Agitamos bandera blanca: convinimos en que hablaría cuando se sintiera segura de hacerlo. El reloj era siniestro puesto que, para su familia, ella volvía a fin de mes y para mí...bueno, yo no estaba seguro ciento por ciento de que se quedaría a mi lado.

"Tengo un nudo en la panza", era la excusa para evitar las últimas cenas.

Aunque no me lo había dicho, supe que su ex Mike la había contactado. Una vez, mientras se duchaba, fui testigo del parpadeo en su celular y su nombre escrito en el aparato. Cuando salió y vio la llamada perdida, se excusó diciendo que era su hermana.

Como si nada, asentí y le di un beso.

¿Ella también me engañaba?

No volvimos a hablar del tema hijos, era tabú.

Lo respeté, juré esperarla.

―Nena, ¿necesitás que te lleve un vaso de agua? ―No me permitía entrar cuando vomitaba, alegando que era asqueroso. Yo le recordaba que era pediatra, que la caca, el pis, los vómitos y los mocos de los pequeños eran una constante en mi vida.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora