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Hunter Cox no se deja amedrentar

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Hunter Cox no se deja amedrentar. Es un abogado conocido por el público y ferviente defensor de los derechos de las mujeres. Los cargos que presenta en contra de Mike son irrefutables, a pesar de las protestas de su equipo de notables abogados.

Nuria me había llamado desesperada mientras estaba reunido con el abogado, ultimando los detalles del allanamiento que pidió al juez horas antes; rogando que fuera a rescatar a su hermana no lo dudamos y corrimos hacia el departamento de Mike.

Cuando la vi en mitad de la sala, golpeada y triste, me quedé duro de la conmoción; el sátrapa de Trenhall le había puesto más que un dedo encima. Y quise matarlo. Literalmente.

Inmediatamente la llevé hacia mi habitación de hotel, a cinco minutos de allí.

Una vez dentro, la desnudo con suavidad, la beso con ternura y le preparo la ducha más reparadora del mundo. La enjabono, borrando las huellas de su dolor y me asegura por milésima vez que Mike no abusó sexualmente de ella.

Agradezco al cielo, caso contrario, el daño hubiera sido irreparable.

Formo espuma con el shampoo mientras refriego su cabello y lo lavo con esmero. Luego, hago lo propio con la crema de enjuague.

Candela se entrega a mi tacto, es dócil en mis manos. Sus pezones se yerguen sobre el nivel del agua y contengo mis ansias por mordisquearlos.

―...Esteban... ―susurra. Yo trato de distraerme arrastrando restos de producto de su cabello.

―¿Sí?

―Vení conmigo. Hay lugar acá. ―Se mueve y extiende sus brazos sobre el lateral de la bañera, su mentón sobre la loza y sus ojitos implorándome porque me una a ella.

No puedo negarme y es por lo cual que, en menos de dos minutos, me encuentro desnudo y colocándome por detrás de ella. Su espalda se apoya en mi pecho, mi inevitable dureza masculina contra sus riñones.

―Disculpála, te extrañó mucho durante este tiempo. ―Me excuso entre risas de la rigidez de mi verga. Ella también ríe y eso es suficiente para sentirme bien.

―Disculpas aceptadas. ―Inclina su torso hacia adelante y frota la línea de su culo contra mi pene.

―Cande, amor...era una broma, no hace falta que hagamos nada...―mis brazos cuelgan de la bañera, mi pecho agitándose al ver su trasero en primer plano y esas alitas de ángel tatuadas en su espalda moviéndose endiabladamente.

―Sí, me hacés falta. Te necesito.

―¿Estás segura?

―Por supuesto.

―No...mmm...no tengo forros.

―No importa. Quiero formar una familia con vos y si empezamos ahora, mejor ―dice por sobre su hombro, sus pestañas oscuras y húmedas pivotando seductoramente.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora