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Al día siguiente nos levantamos temprano y en contra de la voluntad de Esteban, tomé un Uber

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Al día siguiente nos levantamos temprano y en contra de la voluntad de Esteban, tomé un Uber. Lamentablemente, él no podía llevarme a casa de mi abuela.

Nos despedimos en la puerta de su edificio con un gran beso y subí al coche, con la idea de vernos por la noche en su partida de ajedrez.

Sin embargo, turnos de urgencia y una agenda laboral complicada, lo tuvieron suspendiendo la visita a Bea. Fue entonces que me senté frente a mi abuela y le insistí con que me explicara cómo se jugaba.

No podía ser tan difícil, ¿no?

Error.

Era muy difícil.

No solo cada pieza tenía un movimiento distinto y particular, sino que se trataba todo de mucha práctica y estrategia. No era como un juego de damas donde se deslizaban arbitrariamente por el tablero, o como el "Culo sucio" que solo constaba de obtener el uno de oro.

A la hora y media, mi abuela decretó el fin del mini-curso. Estaba agotada de que no entendiera nada y que no fuese un rival a su altura.

Era la historia de mi vida: no estar a la altura de nada ni de nadie.

Ya acostumbrada al horario de Buenos Aires, estar a las 11 de la noche en la cama era un absurdo. Maté el tiempo leyendo algunos mails y buscando ofertas laborales por la zona.

No era buena en muchas cosas, lo único que había hecho bien en mi vida fue enseñar a jugar al hockey a unas niñas gracias a mi experiencia como exjugadora.

La oportunidad de contactarme con viejos conocidos del Club San Isidro, donde inicié mi carrera deportiva, sería un buen comienzo. Armé un CV bastante digno y me apunté a su búsqueda de personal.

A punto de acostarme, vi a Marisol en línea y le envié un mensaje fugaz a pesar de estar en plena luna de miel.

Yo: ¡Hey! ¿Cómo estás? ¿Bronceada?

Su piel lechosa era imposible que pasar de un rosa Barbie. Los puntos flotando me ilusionaron con la posibilidad de una respuesta.

Maru: ¡Hola! No, lamento decirte que estoy encerrada en el hotel.

Yo: ¿Por qué?

Maru: Porque a Pedro no le gustó el traje de baño que traje. Dice que es demasiado aburrido y para estar en la playa con un pareo que me cubra todo, no, gracias. Prefiero beber tragos, ponerme en pedo y listo.

Yo: ¡Es tu luna de miel! ¿Cuánto más vas a estar así?

Maru: El paisaje es increíble y la comida también. Tengo planeado que su tarjeta estalle de consumos y mi estómago rebalse de kilos.

Yo: No lo veo como un buen plan.

Maru: Tranquila, amiga. Estoy bien. ¿Y vos?¿Avanzaste con mi hermano?

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora