12

725 118 41
                                    

―¿Vos te das cuenta de que casi pierdo por tu culpa? ―La sonrisa ladeada de Esteban me puso a mil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―¿Vos te das cuenta de que casi pierdo por tu culpa? ―La sonrisa ladeada de Esteban me puso a mil. Caminó con lentitud, manos en sus bolsillos y andar recto.

―Si hubieras estado realmente concentrado nada de eso te hubiera pasado. ―Lo provoqué, como siempre. Era como una necesidad, ponerlo a prueba constantemente.

―Vení acá vos. ―Extendió sus manos en mi búsqueda. Dejé el vaso junto al tablero y acepté su contacto.

Su mano viajó a mi nuca, alborotándome el cabello a su paso. La otra, se ajustó en mi nalga izquierda, presionándome hasta sentir el bulto que escondían sus jeans.

―Nena mala. Eso no se hace. ―Gime en torno a mi oreja y me arrebata un beso profundo y caliente, capaz de derretir los casquetes polares.

―¿Y qué pasa si me porto mal? ―Mi puchero es exagerado, casi sin aire. Me mira la boca y susurra.

―Tendría que darte una lección. Puede, incluso, que Papá Noel no te traiga lo que pidas para navidad.

―Pero...¿este no es el paquete de Santa? ―Colé mi mano entre los dos cuerpos y tracé con mi palma su dura longitud.

Él contuvo una carcajada.

―¿Siempre sos así de contestataria?

―Con vos, sí.

Ajustando ambas manos en mi pelo, tiró de él para mirarme. Mi barbilla se levantó en respuesta.

―Seguí acumulando puntos en contra, vos.

―¿Qué me puede pasar?¿Qué me vas a hacer?

―Te gusta pincharme, ¿no?

―Me gusta sacar lo mejor de vos ―Seguí frotando su entrepierna, cada vez más dura y gruesa.

―Me gusta la versión de mí cuando estoy con vos.

―Ídem. ―Otro beso, más ardiente que el anterior, nos tuvo jadeando en la casa de mi abuela, con la luz encendida y sin ningún pudor.

―No puedo...no podemos...―Jadea en mi boca, sus ojos encendidos, su voz cargada de deseo.

―¿No querés pasar a mi habitación?

―Tu abuela duerme al lado. No me daría la cara para volver a esta casa.

―Ufa...―Tironeé de su chomba.

―Cambiando de tema, ¿te parece venir a cenar mañana a mi departamento? Le voy a preguntar a Maru si puede. El viernes va a estar hasta las bolas con el tema del casorio y esta verdad me agobia. ―Asentí y lo tomé de las manos, arrastrándolo hasta la cocina.

Tenía planes. Si no entraba a mi dormitorio, al menos quería un par de besos más en donde la abuela no nos encontrara tan rápido.

―¿Qué piensa esa cabecita? ―Leyó mi mente.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora