Capitulo 12: el misterio de las flores

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Actualización de los miércoles (uno extra adicional pero no se acostumbren que es el último extra que publico 😂)

Dejé las flores junto a la ventana y la nota..., la tiré a la papelera porque estaba segura que era alguna broma de alguien de la universidad. Caminé sigilosa para ver cómo estaba mamá y al abrir la puerta la encontré tumbada en el suelo teniendo un ataque. Corría hacia ella y desesperada le dije que todo estaría bien. La abracé y me sentí culpable de que estuviera a punto de tener un infarto. Lo primero que se me ocurrió fue volver a llamar a Alessandro. Angustiada le marqué y en menos de diez minutos llego a la casa. Al ver su rostro pálido, su preocupación y desespero por socorrer a Alicia me convencí que él la amaba a pesar de lo que había hecho. La cargó en brazos y ella ya estaba inconsciente. Me miró y decidido a cambiar el rumbo de las cosas, me miró.

— Vendrán conmigo

— ¿Qué? ¿Estas loco?

— Alicia necesita cuidados médicos y no permitiré que esa bestia siga lastimándola ni a ella ni a mi hijo.

— pero tengo que empacar

— No hace falta. Les compraré lo que necesiten ahora vámonos.

No sabía si ese era el día de nuestra suerte o todo lo contrario. Solo estaba feliz porque saldría de esa maldita casa para jamás volver. Mamá estuvo dormida todo el camino y el estar pendiente a ella no me hizo preguntarme a dónde iríamos. Extrañamente confiaba en Alessandro, tanto o más de lo que creía. Nos llevó hasta un lujoso edificio de apartamentos en la ciudad. Cargó a Alicia en brazos y caminó con ella hasta un elevador que nos llevó directo al penthouse del edificio. La trataba con cuidado, con sumo amor y cariño. La recostó sobre la cama de la habitación principal y no se despegó de ella en ningún momento. Tenía el móvil de mamá en las manos y ver los mensajes y llamadas perdidas de Salvatore me hicieron rabiar por dentro. Me senté en la sala de estar y estaba comenzando a entrar en esa fase de abstinencia de la cual nada bueno podía salir. El cuerpo me temblaba, las manos me sudaban y lo único que pensaba era en fumar o tomarme algo. Si no fuera por mamá y lo delicada que estaba, estaría buscando que fumar fuera.

— Está será su casa de ahora en adelante

Miré hacia atrás y ceñuda respondí

— Eso es si mamá lo quiere así

— Estoy consciente de que ella y yo probablemente no podremos estar juntos pero a ese bebé no le faltará nada y me encargaré de que nada les falte. Aquí van a vivir hasta que Alicia dé a luz, ya luego pueden irse si gustan.

— No sé si sea correcto. Alicia no lo va a aceptar.

— Honestamente, no me importa lo que ella quiera ahora. Lo que necesita es estar segura y eso es lo que importa. Iré a ver cómo sigue.

Era lindo ver como alguien se preocupaba así por otra persona. Era un idiota por haberla abandonado pero yo en cierto punto lo entendía. A veces el dolor, la ira y la venganza nos ciegan aún amando intensamente. Quizá mamá nunca lo perdone pero nadie podía negar que Alessandro terminó cayendo en su propia trampa. El cazador había terminado siendo cazado. Debía sentirse bien, debía ser la mejor sensación del mundo tener el amor tocándote la puerta todos los días. Tener un bebé del amor, de esa persona que cambie todo en tu mundo, esa era una sensación que en mi vida no tenía cabida. Debía admitir que desde que Alicia consiguió el amor, sentí algo de envidia. No quería sentirlo pero era algo que no podía contener. Me dolía no tener alguien que me amara, alguien que le brillaran los ojos al verme como a Alessandro le brillaban al verla. Ahora ella tenía para escoger, tenía dos hombres enamorados de ella, en cambio yo, solo tenía dos porros y una botella de whisky en una maleta listos para unirse a mi depresión. Desde que Salvatore se cruzó en mi vida, me sentía como un gato sin tejado el que nunca aprendió a caer en pie. No sabía quién era, no lograba encontrarme a mi misma y el dolor en el corazón con cada día que pasaba se acrecentaba. A pesar de que sentía envidia por ella, quería que fuera feliz. Me levanté del sofá y desganada entré a la habitación de ella y apenas estaba despertando. Al ver a Alessandro a su lado dió un respingo enojada.

Para no decirte adiós  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora