Capitulo 41: Alma Perdida

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Subí a la habitación y sobre la cama había dos cajas con dos notas distintas. Una decía "placer" y la otra "toda una vida" no pude evitar reír con las ocurrencias de Salvatore. Abrí primero la del placer y dentro había un vibrador junto a un papel

"Juega, tócate y date placer nena. Hazlo como si fuera yo quien jugara con esos labios rosados y carnosos."

Reí y también no pude evitar ponerme roja. Dejé la caja a un lado y agarré la otra sintiendo nervios. La abrí y mi corazón se detuvo. Dentro sobre una pequeña almohadilla de terciopelo reposaba un hermoso anillo de diamantes. Creo que estaba soñando, no entendía nada o más bien, no creía que estuviera pasándome. Con el pulso a mil por hora leí la nota junto al anillo.

"Es extraño que lo pida de esta manera, pero no hallé otra forma. Moriría si obtuviera un no por respuesta. Una vez me preguntaste qué deseo más en el mundo, lo que más deseo en el mundo es que seas la señora Bianco."

Lloré como tonta no si antes chillar y dar brinquitos. Fue el momento más feliz de mi vida. Sin pensarlo agarré el móvil y al escuchar su voz exclamé.

— ¡Si! Si si siii acepto ser tu esposa

— Cariño..., me haces el hombre más feliz del mundo. No deseo nada más en el mundo que seas mi esposa.

— Prometo que seré buena esposa, aprenderé a cocinar y estaré a tu altura.

— Hey, ya tú eres perfecta y quiero que sigas siendo la que eres ahora. Siempre vas a ser mi niña, te amo princesa.

Era un cuento. Aquello era un cuento de hadas para mi. Ya me veía con revistas de boda, contratando banquetes y haciéndome la idea de un nuevo apellido en mi cédula. Esa noticia me reconfortó, me hizo dejar a un lado el miedo y querer al menos intentar ser una digna esposa de él. Estuve todo el día mirando vestidos de novia por internet y de paso ignorando las llamadas de Alicia. Mi relación con ella era de amor y odio. Ya era casi la hora de la fiesta y Soriana no daba su brazo a torcer.

Soriana a las 7:00pm

No vayas por favor. ¿Y si vamos al cine mejor? ¡Yo invito!

Aitana a las 7:02pm

Tranquila, no estaré mucho. Prometo escribirte seguido.

Soriana a las 7:11pm

Tengo un mal presentimiento

Ese mal presentimiento también terminó por asustarme un poco pero idiotizada por tener algo de aceptación terminé por elegir un vestido de esos que hace tiempo no me ponía y con mi mejor rostro ir a esa fiesta a intentar encajar en un grupo del que nunca pude ser parte. No dejaba de mirar mi anular mientras conducía. Brillaba, emanaba esperanza y de solo imaginarme siendo la esposa de Salvatore, mis mejillas se ponían rojas como tomate. Solo pensaba en cómo decirle que se casaría con una mujer infértil que no podría darle hijos. Sacudí la cabeza y busqué no pensar en eso, al menos no por el momento. Quería pasarla bien, quería por primera vez sentir que no era un bicho raro del que todos hablan y critican. Llegué hasta la dirección que estaba en la habitación y me extrañé un poco. Era una de las comunidades más acomodadas y prestigiosas de Madrid con mansiones majestuosas y gente que solo se podían encontrar en lugares como esos sin embargo, todo estaba muy tranquilo como para haber una supuesta fiesta. En ese momento pensé en Soriana y su presentimiento. Agarré el móvil y le envié un mensaje preguntando si aún estaba en pie la propuesta del cine. Jamás pensé que ese último mensaje sería el que enviaría siendo aquella Aitana y que a partir de esa noche moriría una para nacer otra muy distinta. Justo cuando pretendía volver al coche alguien me sorprendió por la espalda y cubriendo mi boca con un pañuelo rápidamente susurró en mi oído mientras poco a poco mis ojos se iban cerrando.

Para no decirte adiós  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora