Capitulo 33: En la cúspide

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Capítulo desbloqueado ☺️

Días después

Estaba a punto de colapsar. No sabía nada de Salvatore y es que mi orgullo en cierto modo me jugó una mala pasada. Desde que escuché a su madre hablar tan mal sobre mí, me vencí. Solo pensaba en cómo lucir distinta o cómo hacer que esa señora y los demás me vieran como algo más que una mocosa con problemas de adición. Alicia no le era suficiente una panza de siete meses para andar husmeando en mis cosas. Mirándome fijamente y luego mirando mi plato comentó.

— ¿Podemos hablar?

— Ya lo estamos haciendo ¿no?

— Salvatore ha llamado dos veces preguntando por ti. Ya no pienso seguir mintiéndole.

Encogí los hombros con desdén

— Entonces no lo hagas.

— ¿se puede saber que te pasa?

— No me pasa nada.

— ¿Por qué le huyes a Salvatore?

Poniendo los ojos en blanco resoplé

— No le estoy huyendo. Simplemente quiero estar sola. A ti te tengo que aguantar porque no tengo de otra.

— Crees que fingiendo ser una déspota, grosera y altanera vas a lograr alejarme de ti pero sabes que eso no va a suceder.

En ese momento quería llorar. Alicia tenía razón, creo que todo el mundo tenía razón. Solo quería alejarme de él mundo y quedarme sola para no seguir nadando contra la corriente. Una lágrima se derramó de mis ojos pero no dije nada. Me quedé callada mirando las frutas cortadas en mi plato y deseando que Alicia no preguntara nada pero eso no era opción, verme llorar solo la alteraría aún más.

— Soy tú madre, estoy aquí para ayudarte.

— No soy tu hija, ese bebé que llevas en el vientre lo es.

— ¡Deja las idioteces y compórtate! No necesito haberte llevado en mi útero para que seas mi hija. Dime por qué lloras.

No pude más, me desvanecí, me quebré sin poder soportarlo más. Ahogada en llanto la miré y con un terrible nudo en la garganta respondí.

— Hace cuatro días era la mujer más feliz del mundo mamá. Hace cuatro días era la novia del hombre que amo. Hace cuatro días, me había pasado algo que jamás pensé que experimentaría, fui feliz, hice el amor y creí que ahí empezaba a vivir. Luego apareció una señora, alguien que sin pena alguna me hizo estrellarme contra mi realidad. Me hizo ver, qué hay muchas cosas más importantes que solo amar. Le dijo a su hijo que yo era muy poca cosa, que servía solo para una noche pero no más. Tal vez me dirás que no importa lo que esa señora diga, pero si importa, es la madre del hombre que amo y contra eso, contra eso no puedo hacer nada.

Alicia dejó esa cara de mamá comprensiva a un lado y ahora tenía un rostro enojado y hasta parecía que quería darme un par de guantazos. Ceñuda me levantó la mirada con su índice y con voz enojada respondió.

— Basta de lamentarse. Basta de dejarse caer, basta de victimizarse. Es hora de que aprendas que ser feliz viene acompañado de cosas cómo está y solo será una de tantas cosas que tendrás que pasar. Ahora, si por cada cosa que escuches o veas te vas a acobardar y sentir menos, entonces no sólo le estarás dando la razón a esa señora sino que no serás feliz nunca. Ahora deja de llorar, ve y busca a Salvatore haz el amor, vive, ama y manda al coño lo que los demás piensen.

Una última lágrima cayó pero esta última era esperanzada nuevamente. Sonreí y asentí con la cabeza volviendo a sentir esas mariposas en mi estómago. Buscaría a Salvatore no sin antes cambiar un poco algo de lo que yo era. Miré a mamá y le pedí ir un momento a su habitación. Le extrañó pero no dudó en aceptar. Subí a su habitación y entré a su armario. Tenía prendas de vestir hermosas, elegantes y dignas de toda una mujer de clase. Alicia sabía cómo impactar con solo un atuendo correcto y el labial que hiciera juego. Agarré un vestido de esos que usaba para una cena formal o solo para una de sus salidas a lugares importantes y me detuve frente al espejo con él en las manos. Me visualizaba con él, era increíble como un solo vestido todo lo que yo era cambiaba.

Para no decirte adiós  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora