Capitulo 19: Del otro lado

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Gasté lo que tenía en la cuenta bancaria para tener en mis manos la manera de acabar con Ryan Cariddi. Antes le tenía miedo, ahora solo quería matarlo. Compré un arma con la que deseaba descargar todas las balas en su sien. Tanto daño, tanto aguantar había terminado por reventar mi lado más oscuro. El problema no era el daño que ese infeliz había causado en mi alma. El problema no era haber sido su mujer a los doce años. No..., ese no era el problema; el problema era las huellas que ese daño había dejado en mi corazón y ahora en mis entrañas. Lo único que deseaba era arrancar de raíz ese feto que creía en mi vientre producto de ese monstruo. Lo haría...., pero antes me encargaría de él así fuera lo último que hiciera en mi vida. Maneje hasta la casa en donde por años vivir atada a un infierno y a mi costado en el copiloto reposaba la nueve milímetros que compré solo para usarla con él. La metí en mi bolso y al llegar a la casa me bajé del coche no sin antes recibir un mensaje de Soriana.

Soriana a las 2:00pm

Aitana por favor no hagas algo de lo que luego te arrepientas.

Aitana a las 2:05pm

Sí no hago lo que debo hacer, entonces me arrepentiré luego.

Apagué el móvil y era la primera vez que el odio me guiaba hacia mis impulsos sin que mi razón y conciencia intervinieran. Entré a la casa y estaba sombría, desolada pero al mismo tiempo repleta de lujos, vicios y excentricidades obscenas. Mi piel se erizó con cada paso que daba por aquella enorme mansión buscando a Ryan. Mientras a mi me violaba, había mujeres que se ofrecían, tenían sexo con él a cambio de un par de euros o llenarse la boca al decir por ahí que se habían follado al presidente. Lo que para ellas era la cúspide del éxito, para mí era un infierno. Dos mujeres estaban dispuestas a satisfacer los más bajos y asquerosos deseos de ese imbécil a cambio de dinero y unas cuantas copas de vino. Él no se esperaba mi visita y aunque en un principio se notó sorprendido, rápidamente me miró de esa forma asqueante con la cual me desnudaba de pies a cabeza con sus ojos.

— Váyanse..., ha llegado la verdadera diversión. — Dijo burlón.

Las mujeres se fueron. Quedé a solas con ese hombre y su manera de mirarme solo me incitaba a matarlo más rápido. Se aflojó su corbata y caminando hacia mi comentó.

— ¿Vienes por más? Te haces la víctima pero se que te encanta que te folle.

— Callate infeliz

— Te daré tu dosis, hija mía.

No lo pensé, ni siquiera tuve tiempo de procesar mis actos cuando ya tenía el arma apuntándole al rostro. Mis manos temblaban, creo que ni siquiera sabía como apretar el gatillo y eso me hacía más peligrosa. Solo quería que ese hombre dejara de respirar y luego matar al parásito que había dejando en mi útero.

— Te dije una vez que te mataría cerdo asqueroso.

— ¿En serio vas a matarme? ¿Tú? No tienes las agallas

— No solo me has violado, me has destruido la vida. Has creado en mí un vacío que no logro llenar con nada. Lo único que deseaba en la vida ahora lo detesto, lo aborrezco. ¡Estoy embarazada gracias a ti! Tú me has jodido la vida y ahora seré yo quien te mate de una vez por todas.

Se burló de mi dolor, parecía disfrutar de verme tocando fondo y el saberme embarazada solo sirvió para despertarle el morbo. Sonrió y con mofa contestó.

— Así que seré padre...interesante

— serás hombre muerto, eso es lo que serás infeliz.

Para no decirte adiós  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora