Capitulo 38: Celos

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Actualización de los miércoles. (Recuerden votar y comentar porque de eso depende si dejo la historia con final abierto en este libro o lo continuo en un segundo libro. Tengo dos trabajos y cuatro clases universitarias así que no tengo prácticamente tiempo y aún así saco aunque sea una hora diaria para escribir. Nada les cuesta votar y comentar solo toma un segundo en cambio escribir un capítulo mínimo me toma 3 horas. Gracias!!!

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Frente a mí había una cava repleta de todo tipo de botellas de vino. La garganta estaba ardiendo, seca, desesperada por probar una de aquellas botellas. Fallándome a mi misma, agarré una botella sin pensarlo con ella y un sacacorchos volví al baño. Miré la botella y sin poder dejar de derramar lágrimas agarré el sacacorchos para abrirla y justo en ese instante Salvatore golpeó la puerta. Pedia que la abriera pero yo no podía soportar que me viera fallarle, que viera como una botella de vino controla mi voluntad.

— Nena, abre la puerta

— Déjame sola

— Aitana, por favor

Estaba a punto de caer y antes de probar un sorbo de aquella botella, descargué mi frustración contra el espejo del neceser. Estrellé mi frente contra el vidrio quebrandolo y abriéndome un poco la frente. No dolía, más bien necesitaba un golpe más fuerte para sentir más dolor que necesidad de tomar. Sentí la sangre caer por mi nariz y me sentí incapaz de cumplir mi promesa, era una alcohólica que estaba tratando a toda costa de negar su realidad. Caí al suelo aún con la botella en las manos y la conciencia tornándose más oscura que nunca. Salvatore consiguió abrir la puerta y la pena me arropó. Grité que se fuera y me dejara sola, pero él hizo todo lo contrario. Se acercó a mi preocupado y al verme sangrar intentó curarme pero yo lo detuve.

— ¡Que me dejes sola! Es solo sangre, no me voy a morir. ¡Vete!

— No me iré Aitana.

— ¡No quiero verte! ¡Déjame en paz!

— Tendrás que soportarme entonces. No me iré ¿Sabes por qué? Porque te prometí que no habría crisis posible que me alejara de ti. Te prometí cuidarte y estar a tu lado en esos momentos de oscuridad, siempre estaré aquí.

— No es una crisis, ¡es mi maldita realidad! Esto es lo que soy, una infeliz que no puede contenerse ante una jodida botella de alcohol. Una infeliz a la que el alcohol y las píldoras la manejan. Me estoy engañando, jamás podré con esto, no tienes idea lo que se siente, cuánto quema, cuánto destruye por dentro. ¡No tienes ni puta idea!

Salvatore se quedó callado y solo me observaba y honestamente no tenía idea de que era lo que por su cabeza estaba pasando. Solo sabía que me estaba muriendo de la pena y la angustia. Él tras curarme la herida y besarme suavemente la cabeza agarró la botella de vino y seguido me tomó de la mano poniéndome en pie.

— ¿Hace cuánto no has probado el alcohol?

— Eso no tiene relevancia

— Responde

— Dos semanas

Sin responderme, agarro mi mano y casi en volandas me llevó hasta la cocina. Quería que la tierra me tragara y me escupiera en otra galaxia. Miró la cava abierta, esa cava abierta para mí era suficiente para sentirme una mierda. Bajé la mirada y sintiendo la pena desbordarse en mis mejillas susurré.

— Perdóname, no sabes..., no sabes lo mal que me siento yo..., no pude contenerme.

Pensé que me diría que no le había fallado, creí que solo me abrazaría y diría que todo estaba bien pero Salvatore no dejaba de sorprenderme. En lugar de consolarme, agarró una copa de vino la puso junto a la botella y seguido agarró el sacacorchos. No tenía idea de que estaba tramando. Abrió la botella de vino y tras servir un poco en la copa me la acercó. Di un respingo hacia atrás sin entender nada.

Para no decirte adiós  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora