Capítulo 27

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P.O.V. Beleck

Al no escuchar la llave de la ducha Michelle voltea encontrandome mojado y aún sin mediar palabra.

-Hola-dice sonriendo pero su sonrisa se esfuma a ver mi pecho. Ahí salgo de mi trance y tomo una bata de baño solo por cubrir mis cicatrices. Trato de salir pero ella se interpone poniendo sus manos en mi pecho, me tenso cuándo abre la bata.

Observó su rostro en espera de encontrar una mueca de asco, como las de todas al ver lo que ahí se encuentra. Pero en ella no hay más que una mirada vidriosa que escanea mis cicatrices.

-Pero...¿Quién te hizo esto?- cuestiona en voz baja.

Recuerdo ese día como si fuera ayer. El día en el que Riva Alistair murió, mi mejor amiga e informante. Ella pertenecía a los oscuros pero solo por fuera por dentro era una luchadora que quería acabar con ellos junto a los rebeldes. Después de enterarme de la muerte de Nisar, un idiota que nunca me cayó bien, y ella por haber asesinado a los emperadores, me cole en el palacio donde todo era un caos solo para ver a Riva una última vez. Me encontré con Aleksei preparándola y al verme me dejó verla. Su cuerpo estaba pálido, sus ojos cerrados y una herida de espada en su cuello a señal de que fue degollada. Recuerdo haberme postrado a sus pies llorando y piediendo perdón por no haber podido protegerla.

Fue cuando guardias entraron a cargo del cabrón que le había hecho cuadritos la vida a Riva. Fue él quien me hizo las cicatrices frente a todo el reino pero esto le duró poco porque un ataque se llevó a cabo dándome fin a los oscuros.

Ese día deje de ser un rebelde, él no haber podido protegerla, a Riva, me destruyó y desde entonces mi vida a sido sin sentido y he vivido con lo mismo que está me da. Ser un inmortal es una maldición, no un regalo.

Las caricias de Michelle en mi pecho me hacen volver la presente.- Fue un castigo.-es todo lo que digo para que lo piense como abuso de infancia porque revelar la verdad no puedo.

-Lamento que pasaras por eso.-dice y una lágrima corre por su mejilla la cual es limpiada rápidamente. -Por eso la luz apagada.¿No? Te avergüenzan.-

Yo niego.-Es porque a la gente le asustan.-le informo.

Ella bufa con enojo.-¿Asustar? Que cierren entonces los putos ojos. Tú no decidiste tenerlas y para mí son signo de supervivencia no de miedo.-dice y se da la vuelta para apoyarse en el lavabo dejando a la vista su cicatriz.

Me acerco y recorro la cicatriz con la yema de los dedos causando que ella se estremezca.
La observó a través del espejo y sin dejar de acariciarla pregunto.- ¿Y la tuya?-

Ella conecta su mirada con la mía.-Igual, un castigo pero más que eso fue una humillación que en vez de quebrarme alimento mi espíritu para tener fuerzas y patear traseros.-responde.

Esta mujer comprende lo que yo sentí y siento que lo que ella paso fue peor. Pero aquí está de pie, luchando. Yo debería hacer lo mismo.

Beso el inicio de su cicatriz a lo que ella se tensa y gime un poco.
Eso despierta a mi amigo. Vuelvo a besar el inicio a lo que ella gime y se aparta para besarme.
Gustoso sigo el lento beso que no carece de pasión. Se deshace de la bata y la tomo de las piernas cuando la hago dar un salto para cargarla.

Salgo directo a la cama donde la pongo con lentitud y todo esto sin dejar de besarla porque DIOS su besos saben a gloria. De un momento a otro ella me empuja y me coloca en el colchón mientras se sienta sobre mí y mi virilidad, la penetró en el proceso.

Empieza a cabalgar me lentamente conectando nuestras miradas, llevo mis manos a su cintura marcando un ritmo más rápido.

-¡¡Ah, joder!!-exclama apoyando sus manos en mi pecho mientras intensifica el ritmo aruñando este mismo, pero no le doy importancia. Esta tan apretada y cierro los ojos disfrutando del mete saca.

-Michelle...eres¡¡Ah!!... fantástica.-exclamo entre gemidos ante el palcer que me está brindando.

En respuesta recibo fuertes gemidos y el resto ya se imagina.

(...)

Poco a poco empiezo a recobrar la conciencia gracias a la luz que el sol brinda a través de la ventana. Aún con los ojos cerrados aprieto contra mi pecho a Michelle pero su cintura se hunde demasiado así que abro los ojos de sopetón encontrándome con una almohada entre mis brazos.

Me reincorporo con las sábanas tapando mi desnudes y escaneo la habitación sin encontrar a Michelle y sus cosas en señal de que se ha ido.

Pero eso no puede ser. Me pongo en pie y busco un chándal que con rapidez me coloco mientras salgo directo a la sala con la esperanza de que esté ahí haciendo un desayuno o esperándome o yo que sé solo con que esté ahí.

Al llegar no hay ni un alma. Voy al pasillo y me encuentro con mis hombres aún en la posición que los dejé.

-Bueno días señor.-me saluda Saith mi hombre de seguridad que tiene mi vida en sus manos.

-¿Quién ha ido a dejar a la señorita Donovan a casa?-cuestiono sin saludar pero en estos momentos ser grosero no me importa.

Saith enarca una ceja.- Nadie Beleck porque ella no ha salido del departamento.-me informa.

-Mierda.-insulto al aire y entro seguido por Saith tomándome el cabello. No está, no ha salido, no dejo alguna nota, no tengo como contactarla y no sé qué mierda pasa.

-Beleck.-me llama Saith logrando que lo mire.-¿Y tú collar?-cuestiona pálido ya que sabe lo que se puede hacer con él.

Bajo lentamente la mirada encontrándome con un vacío en mi cuello.

No está, pero ¿Cómo...?

"...intensifica el rito aruñando este mismo, pero no me importa."

A.R.U.Ñ.O.

Las marcas están justamente en el espacio.

-Esa....-empiezo y Saith observa como me levanto y tiró la mesa del centro hacia una pared. No me detengo ahí arrasó con la pantalla plana. Me giro hacia Saith.-Encuentrala.-ordeno y no nesecito decir nada más porque se va para trabajar.

Michelle Donovan cometiste un error al robarme.

Y pagarás por ello.

Los Alistair || COMPLETA ✔️✔️||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora