Si Yoongi tuviera que compararse con algo, sería una piedra. Él era constantemente ignorado por la mayoría de personas, pues era un alfa común y corriente sin nada espectacular que lo hiciese resaltar. Estaba bien con eso.
En cambio, si él tuviera...
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«Conque un maid café», pensó el alfa con poco interés ante lo que veía.
Sus ojos estaban enfocados en los omegas y algunas betas que usaban unos trajecitos tipo anime que resaltaban sus esbeltas figuras mientras forzaban a que sus voces sonasen más tiernas y chillonas. El platillo principal era omelette de arroz, típico platillo japonés en este tipo de situaciones.
«Los únicos que vienen aquí son los desesperados y otakus, o ambos», consideró con cierta burla.
Bebió un poco más de su malteada de fresa manteniéndose en silencio mientras observaba a los especímenes raros que entraban y salían de este puesto. No, él no era un alfa con fetiches ni nada parecido, así que no veía la necesidad de ingresar ahí.
Además, por lo que veía, no contaban con mucho público que digamos. Solo uno que otro alfa con tendencias raras si se lo preguntan.
También debía contarse el hecho de que él odiaba los omelettes. Para comenzar ni le gustaba el huevo, en ninguna de sus formas.
"Por eso estás así, hijo. Todo desnutrido".
Frunció su ceño al recordar las palabras de su padre. Luego el viejo se preguntaba por qué prefería a su mami.
Chasqueó su lengua con molestia para darse media vuelta y perderse por ahí. Matar algo de tiempo hasta que esta tortura bajo el nombre de festival escolar terminara y pudiera volver a casa.
Lo de todos los años para variar.
—¡¿Qué?! —gritó una omega con coletas. Una de las maid—. ¡¿Cómo que no puede?!
—¡Se fue y nos dejó! —respondió una beta igual de desesperada—. ¡Es la décima que se va!
—¡¿CÓMO QUE DÉCIMA?! —La omega tomó a la beta del moño que agregó a su trajecito para sacudirla en busca de respuestas. Yoongi hizo una mueca, un poco más de fuerza y esto era un intento de asesinato—. ¡¿POR QUÉ RECIÉN ME ENTERO DE ESTO?!
—¡¿YO QUÉ VOY A SABER, IDIOTA?!
Yoongi se las quedó mirando por unos momentos más en silencio. Comúnmente los chismes se relacionan a los omegas, más que nada a las mujeres, pero él que es un alfa y hombre le entretenía enterarse de todo sin nadie se diera cuenta, aunque de seguro ni se había notado su presencia. Ser invisible tenía sus ventajas.
Era lo mejor.
«Hablé demasiado pronto», pensó cuando las dos féminas se voltearon a su dirección y en sus ojos apareció un brillo misterioso.
—¡Te necesitamos! —Ambas lo tomaron de cada brazo inmovilizándolo.
