Un corazón roto

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—Papá dice que heredaré la empresa —dijo Taemin mientras coloreaba en una hoja, no se le escuchaba animado. Yoongi asintió, se había vuelto como una especie de niñero, porque el cachorro exigía su presencia muy a menudo y, bueno, le pagaba con dulces y aperitivos. Un trato justo—. Le dije que no quiero. Seré un idol famoso, ya verá hyung, podrás presumir que alguna vez cuidaste de mí. Soy agradecido, entonces le regalaré una cafetería o un auto del año cuando sea millonario.

Yoongi arqueó una ceja, sorprendido, bien, aceptaba que el niño sabía moverse, mejor que él, eso es lo que debe ser conocido como tener talento, pero nunca se le pasó por la cabeza que Taemin quisiera ser idol ¿No estaba muy cachorro como para saber lo que quería ser de grande? La manera en que lo dijo, esa seguridad era por demás impresionante.

Le recordó a Jimin, hasta el momento veía muchas similitudes, no solo en el físico, ambos siempre se manejaban con seguridad y propiedad, muy dignos.

—¿Lo serás?

—Voy a clases de baile. Mimi puede hacerse cargo de la empresa. —Se encogió de hombros. Se notaba a leguas la admiración que le tenía a su hermano mayor, ¿cómo no? Yoongi pensó que sería raro cuando Jimin era como Barbie, hacía de todo a la perfección—. Él es habilidoso.

—Entonces que lo herede Jimin —respondió con obviedad. No dudaba que Jimin se desenvolvería mejor que nadie.

—No puede. —Lo miró con sus redondos ojos llenos de inocencia, pero terminó entendiendo que lo que esperaba era una explicación—, es omega.

Yoongi frunció su ceño a más no poder.

¿Y eso qué? ¿Qué con que Jimin sea omega?

Jimin era el omega más capaz que conocía, no solo entre omegas, sino entre betas y alfas, era el mejor en lo que sea que se propusiera. Estaba seguro de que él al frente del negocio familiar lograría grandes cosas. Podía poner sus manos al fuego por ello y salir airoso. Así que se molestó con lo que dijo Taemin.

Iba a agregar algo más, pero el omega en cuestión apareció con una bandejita con té y galletas.

—Mamá dice que los atienda —explicó con una sonrisa brillante.

Yoongi supo que Jimin estaba dando una de sus tantas sonrisas falsas, había aprendido a leerlo como un libro abierto hace poco. A lo lejos notó la esbelta figura de la señora Park que parecía satisfecha por lo que veía.

«Ah... ya entiendo por dónde va la cosa».

Y entonces comprendió por qué Jimin era como era. En parte. No le tuvo lástima, porque eso sería tonto, y sería lo último que quisiera el omega, sino que le molestó la situación, más de lo que debería.

Aunque eso no evitó que no ahondara más en el tema cuando la señora Park llamó a Jimin para la Diosa solo sabe qué.

—¿Por qué dices eso? —preguntó como quien no quiere la cosa.

Taemin lo miró con sus brillantes ojos mieles y suspiró abatido, como si fuera un hombre de la mediana edad, presionó con más fuerza su lápiz de color. Yoongi juraba verle las orejas de lobo caídas y su cola igual. En verdad le agradaba este niño.

—Porque la empresa familiar solo la pueden heredar alfas. Yo no la quiero, pero mamá no quiere tener más hijos, entonces, esto... —Lo observó con una mueca de por medio—. Está bien, hyung. Lo hará bien.

Yoongi se quedó en blanco por unos segundos.

—¿Cómo que lo haré bien? —Parpadeó repetidas veces, a ver si solo fue imaginación suya lo que el cachorro dijo.

Simplemente Yoongi ➳ YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora