❄️Día 24❄️

22 8 0
                                    

No puedo creer que nada esté pasando. No he sabido absolutamente nada de Grace, ¡Ni siquiera la he visto! Es como si literalmente hubiera escapado.

No lo entiendo, ¿Ella de verdad va a dejarlo? ¿De verdad va a rendirse? ¡Pero dijo que estaba enamorada de mí! Ella dijo...

El sonido de mi teléfono interrumpe mis pensamientos.

—¿Qué quieres?

—¿Así contestas el teléfono, niño malcriado? No puede ser, crecen y creen que ya pueden andar hablándole como quieran a los viejos.

—Oh, no, no, no, lo siento —Abro los ojos y golpeó mi frente. Voy a matar a Marcus—. Hola, Katelyn, ¿Cómo está?

—Niño, te he dicho que me llames abuela —me recuerda—. Mi teléfono explotó como una cabeza en un microondas, por eso te estoy llamando con el del pichón este.

Río, hacía mucho que no escuchaba esa palabra.

» Marlon y Sammy están aquí, estamos horneando, trae tu trasero aquí, también traje un delantal para ti.

—Por supuesto, abuela, estaré allá enseguida —contesto—. ¿Está Marcus por ahí?

La escucho hablarle al pichón y un segundo después Marcus tiene el teléfono.

»Voy a matarte, idiota.

Él ríe.

—O quizás solo deberías empezar a practicar la cosa de responder educadamente el teléfono.

—Jódete, Marcus —Termino la llamada escuchando su risa y me preparó rápidamente para salir.

Marcus vive a solo cuatro cuadras de aquí, pero aún así decido ir en el auto, no tengo ganas de caminar hoy. Llego en unos diez minutos, me estaciono junto al pequeño auto rosa de Sammy.

—¡Ya llegué! —grito abriendo la puerta, escucho respuesta desde la cocina y camino directo hacia allá.

—¡Doggie! —Marcus se acerca cuando me ve y me despeina. Beso la mejilla de Sammy, quién está batiendo algo en un bowl.

—¿Y a mí no me piensas saludar? —La abuela Katelyn se cruza de brazos—. No sé que voy a hacer con ustedes, creo que ya le hacen falta unas buenas nalgadas, ¡Esto es increíble! Ya no quieren a los viejos.

Río y me acerco a ella dándole un fuerte abrazo.

—Yo te amo, abuela —dejo un beso en su mejilla—. Marcus es a quien debería darle esas nalgadas. Se ha estado portando mal últimamente.

Ella mira por detrás de mí. —¿Qué? ¿Ya embarazaste a Sammy, pichón?

Escucho a Sammy toser y a Marcus tartamudear mientras yo no puedo evitar reír. Dios, extrañaba a la abuela Katelyn.

—Yo...ya...terminé con esto —dice Sammy, que está más roja que un tomate, señalando el bowl.

—Ah, Dog, ya te extrañaba, amigo —Marlon entra en la cocina con un delantal de Santa Claus.

—Te he dicho que no me llames así —Ruedo los ojos y él ríe.

La abuela Katelyn nos deja unos cuantos moldes para darle formas a las galletas, mientras Marcus trae la masa. Cortamos las galletas entre bromas y risas. Esto es divertido, es algo que solemos hacer cada vez que la abuela viene por aquí, por mucho que se queje le gusta pasar tiempo con nosotros.

Preparamos muchos, quizá deba decir demasiados, postres. El mesón está repleto y aún hay dos bandejas de galletas en el horno. Tenemos pies de manzana, fresas, durazno y de chocolate, cupcakes rellenos, pastel de zanahoria, tenemos al menos siete Victoria sponge cake y bagatelas para darle a media ciudad. Todo huele, y está, delicioso.

Cuando terminamos de limpiar siento que no puedo más, he comido demasiado dulce por hoy. Gracias a Dios es temprano y podré estar mejor para la cena familiar de esta noche. Katelyn me preparó una bolsa muy grande llena de los postres que hemos hecho para que lo lleve a casa. Está pesada, pero es comida y vine en el auto, así que no le doy importancia.

—Nos vemos luego, abuela —me despido dándole un abrazo—. Adiós chicos. Que pasen linda Nochebuena.

—Cualquiera que te escucha tan educado, está fingiendo, abuela —dice Marcus, acusándome, no hago más que reír y guiñarle un ojo.

Sammy me da un abrazo y alcanzo a ver a Marlon despedirse con la mano antes de entrar a la cocina nuevamente.

Pongo la bolsa con los postres en el asiento de copiloto y arranco con rumbo a mi casa. A disfrutar de nuestra tradicional cena de Nochebuena, y por supuesto, de todos estos postres.

***


—...y gracias por nuestros alimentos, amén —Mi papá termina de dar las gracias y damos inicio a la parte favorita de todos; comer.

El pavo está realmente delicioso, mi papá se lució. Y ni hablar del budín de ciruelas, pensé que hoy ya no iba a poder comer más dulces, pero en cuanto probé ese budín no pude evitar servirme más.

—¿Qué es mi regalo? Hay muchos debajo del árbol —pregunta Dana, mientras come unas uvas.

Papá ríe. —No hay regalos para ti, son solo cajas vacías.

—No es cierto —Dana entrecierra sus ojos hacia él. Sin duda ella tiene el carácter de mamá.

Cuando terminamos de cenar nos encargamos de limpiar todo para luego sentarnos en la sala de estar con los postres que Katelyn envió, claro que esta vez solo tomo un cupcake y un par de galletas, mi estómago me castiga si como más.

—Esto está delicioso —afirma Blake con un trozo de pie en un plato. Él hace la cosa romántica de darle la comida en boca y ella ríe. Sonrío un poco, de pronto siento que ya no quiero la galleta que tengo en las manos.

Mi mente hace su viaje hasta Grace, y me decepciona saber que no hizo nada.
Ni siquiera un mensaje, una llamada...nada. Internamente esperaba algo de ella, por lo menos que lo intentara una vez más.

Sacudo la cabeza y me permito disfrutar de este momento con mi familia, porque quizás no pude lograr eso que me propuse, pero eso realmente no quiere decir que haya perdido algo... Tengo mi familia y estamos juntos.

—Papá, ¿Por qué no cuentas de nuevo tu historia con mamá? —pregunto y su sonrisa es inmediata.

Me divierto escuchándolos narrar sus anécdotas entre bromas y risas. Me río porque en serio eran raros, y tía Marie siempre tiene algo que agregar.

Y esta es nuestra Nochebuena; en algún momento todos terminamos sentados en el piso, riendo, comiendo galletas, tomando vino y cantando algunas canciones navideñas.

Una gran noche, rodeado de personas a las que le importo.

Desafío Navidad ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora