❄️ Día 7❄️

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Hoy es uno de esos días en los que me encanta levantarme tarde, día nublado; perfecto para quedarse en cama todo del día.

Doy un par de vueltas antes de tomar el control remoto y encender la tele.

Tomo mi teléfono de la mesita de noche y lo enciendo. Tengo cinco mensajes sin leer y una llamada perdida. Arrugo mis cejas levemente cuando leo el nombre de Grace y la hora en el registro de llamadas.

"Buenos días, Grace. ¿Pasó algo?"

Presiono enviar y su respuesta llega casi al instante.

"Buenos días, Douglas.
No pasa nada, supongo que
marqué por accidente.
Lo siento"

"¿Segura?"

"Sí"

Reviso los otros mensajes; tres son de Marcus y dos de mi tía Marie; me recuerda que mañana llega junto a su nuevo novio ─ del cual no ha parado de hablar en todas sus llamadas ─. Estoy emocionado porque ya sea mañana, Marie es mi tía favorita.

Me estiro, levantándome de mi cómodo colchón. Tomo un baño de agua tibia y cuando termino me visto rápidamente. Salgo de mi habitación una vez tiendo mi cama y bajo las escaleras. Escucho risas y murmullos abajo.

─¡Douglas, cariño! ─exclama mi tía cuando me acerco. Abre sus brazos y no tardó en fundirme en ellos.

─¿No venías mañana? ─le pregunto, confundido, pero sin duda emocionado.

─Hoy es mañana, cariño, si lo dices por el mensaje que envié ayer ─Sonríe.

─Dou, mira ─Dana llega corriendo hasta mí mostrándome una gran bolsa que trae en sus manos─. Tía Marie trajo muchos, ¡muchos caramelos!

─Oh, no debí dártelos ─se lamenta mi tía─, cariño, ve y entrégale esa bolsa a tu mami. ¡Oh! Douglas, también traje algo para ti, bebé.

Sonrío en grande mientras ella busca algo en su bolso, saca una pequeña caja y me la extiende.

─¿Qué es? ─pregunto, mirando con extrañeza la cajita ahora en mis manos.

─Ah, son para ti y tu novia ─Mueve una mano restándole importancia y se agacha a buscar algo en su maleta.

─No tengo novia ─mascullo. Ella se levanta y me extiende otra caja, más grande.

─¿Y esto que es?

─Es esa consola que querías, yo que sé, la número cuatro ─Mueve su cabeza como si no entendiera lo que ella misma está diciendo. Abro mucho los ojos.

─¿¡Me compraste la Playstation 4!?

─Sí, sí, eso bebé ─responde, me codea con una sonrisa pícara─. Ahora quiero que me hables de esa novia tuya, ¡Ya no le cuentas nada a tu tía!

Giro los ojos. ─Ella no es mi novia.

─Dana me contó que tienes un corazón ─dice, mientras caminamos a la cocina─, y me dijo su nombre. Entonces dime, ¿quién es Gras y por qué no me habías contado nada?

Pequeña chismosa.

─Grace no es mi novia.

─¿Grace? ¿Como Grace Williams? ─Se gira hacia mí, curiosa.

─¿De qué hablamos? ─pregunta mi padre, cuando llegamos a la cocina.

─De la novia de tu hijo.

─No es mi novia ─repito.

─¿Quién no es la novia de quien? ─pregunta alguien entrando a la cocina junto a mamá.

─¿Tú quién eres?

─Oh, Douglas, cariño, él es mi novio Blake ─lo presenta mi tía.

─Mucho gusto ─Estrechamos las manos amistosamente.

─Hablábamos de su novia ─informa Marie.

─Por última vez, Grace no es mi novia.

─¡Gras tu corazón! ─exclama Dana.

Mi papá ríe y mi mamá termina con la discusión explicando la verdadera situación.

─Bah, esa chica va a ser tu novia ─afirma Marie─, y siendo así me siento orgullosa de ser yo quien les compró su primer regalo de pareja.

Sonrío y ella me guiña un ojo.

***

Luego de terminar de ayudar a mi tía y a Blake a acomodarse en la habitación de huéspedes, estamos sentados en la sala de estar.

Marie nos cuenta una de sus muchas aventuras por el Caribe. Está por contarnos cómo conoció a Blake cuando mi teléfono empieza a sonar. Contesto sin mirar el identificador.

─¿Hola?

─Estoy en tu porche, ¿Puedes venir? ─dice su dulce voz. Sin responder camino hasta la puerta y la abro, cuelgo el teléfono cuando la veo. Está de pie cerca de las escaleras, con su perrito entre sus brazos.

Carraspea. ─Solo quería disculparme por haberte llamado a esa hora.

Ni escuché el teléfono, lo habré puesto en silencio.

─No hay problema, dijiste que había sido accidental ─arrugo mis cejas.

Ella niega con la cabeza. ─Iba a decirte algo estúpido.

─Pero...

─Buenas noches, Douglas ─Se despide sin siquiera dejarme hablar.

Me quedo ahí de pie viéndola caminar a su casa. Mi boca está ligeramente abierta. ¿Qué acaba de pasar?

Al llegar a su puerta ella se gira hacia mí y creo ─ casi puedo jurar ─ que me guiñó un ojo antes de perderse detrás de la madera.

Quizá fue otra alucinación.

¡Por Dios! ¿Grace, qué estás haciéndome?

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