Estás aquí.

4.5K 420 237
                                    

Luego de que Kazutora se presentara formalmente ante ti, la señorita que antes lo llamó para pedirle que te ayudara, salió a buscarlo.

-Hanemiya, no olvide que también debe ayudarnos a revisar los salones por si llegase a haber objetos perdidos.-dijo eso mientras se acercó a darle una caja para que ahí pusiera las cosas perdidas.

-A la ordeeeen.-volteó a mirarte y te guiñó el ojo.

-Supongo que te veré luego, ____. Vuelve con cuidado a tu casa.-y se fue directo al primer salón del pasillo.

Te diste la vuelta y te encaminaste hacia la salida de la escuela mientras cubrías tu cara de lo sonrojada que te pusiste. ¿Qué era eso que te estaba haciendo sentir ese chico?
Al salir Reira estaba ahí esperando por ti.

-Tardaste un poco ¿todo bien?-se veía algo preocupada.

Te adelantaste y le dijiste que todo estaba en perfecto orden, entonces ella sonrió y se dispuso a llevarte lo más cerca posible de tu casa.
Para ti era extraño encontrar tanta amabilidad en una persona como Reira, ella parecía ser la persona más comprensiva, atenta y amigable del mundo para tí.
Caminaron un par de cuadras y dijo que era lo máximo que podría acompañarte, pero no te molestó para nada, al contrario, le agradeciste por haberte ayudado en tu primer día y por todas sus atenciones contigo.

-Tontaaaa, no ves que me da vergüenza que me agradezcas por algo así?, lo hago porque puedo notar lo especial que eres.- su expresión de sonrojo te pareció adorable.

Tú solo reíste mientras le decías adiós con la mano. Y te dirigiste a tu casa. Sabías que tu madre no iba a estar ahí cuando tú llegaras, así que entraste a la primera tienda que viste y compraste algo ligero para aguantar hasta que ella llegara.

De pronto el viento comenzó a soplar y el cielo se despejó revelando un cielo precioso. Te sentaste en una banca de un pequeño parque y degustaste lo que compraste en la tienda. Veías a las personas pasar mientras recordabas tus viejos días. Hasta hace un par de meses tu vida era completamente diferente a lo de ahora. Tu padre te llevaba a la escuela en su auto y si tenías suerte también iba a recogerte cuando tus clases terminaban. Siempre tenían pláticas súper casuales, ustedes dos fluían demasiado bien y su relación de padre e hija la describías siempre como la mejor.
Sin darte cuenta las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos. Era obvio que aún estabas lastimada, después de todo el único hombre en tu vida traicionó tu confianza.
Limpiaste tus lágrimas y continuaste caminando a tu casa. En un momento de silencio en la calle comenzaste a escuchar que alguien pisaba hojas secas detrás de tí. No le diste importancia así que seguiste tu camino.

Estabas tan metida en tus pensamientos acerca de tu pasado que no te diste cuenta que alguien caminaba a tu lado. Volteaste y te topaste con una sonrisa cálida. Era Kazutora quien estaba a tu lado.

-Estás aquí.-te dijo eso usando un tono de voz suave.

-Tú estás aquí.- le respondiste con una sonrisa.

-Es sorprendente cómo no puedo dejar de encontrarte en mi camino desde ésta mañana ¿no crees?-

-Lo es, debe ser una señal.-

El viento movía tu cabello y sentías un extraño sentimiento de tranquilidad con él a tu lado. Te encantaba sentir ese aire corriendo veloz en tu rostro y como levantaba tu cabello haciendo ver tus orejas.
No sabías que era lo que estabas sintiendo, solo sabías que no querías dejar de sentirlo.

Kazutora inició una conversación preguntándote si te agradaba el vecindario, a lo cual le respondiste que sí, y él comenzó a contarte varias anécdotas de su infancia en ese mismo vecindario.
Ambos reían mucho mientras caminaban. Tenías la costumbre de que cuando algo te daba mucha risa tapabas tu boca evitando ver así tú auténtica sonrisa. Kazutora notó eso.

-¿Por qué tapas tu boca cuando te ríes? A puesto a qué debe ser una bonita cara la que haces cuando algo te hace gracia.-lo dijo muy serio.

Inmediatamente te volteaste y le dijiste que dejara de mirarte cuando ríes.

-No lo entiendo, si algo te hace gracia deberías explotar de risa, no tratar de ocultarlo.

Sus palabras resonaban en tu cabeza. De pronto comenzaste a sentirte ansiosa y con ganas de correr hacia tu casa. Por suerte solo debías atravesar una calle más para llegar.

-Oh, yo debo dar vuelta aquí.-te avisó que debía irse a su casa.

Se despidieron y tú lograste llegar a tu casa. Te sentías bastante extraña, sus palabras se clavaron fuertemente en tu cabeza y no parabas de repetirlas una y otra vez. ¿Por qué te habrá dicho eso? ¿Cómo pudo atreverse a analizarte? Estabas demasiado confundida.

Pasaron las horas y tu madre llegó mientras hacías tus tareas y te ponías al corriente con tus clases atrasadas.
En motivo de su nuevo comienzo tu madre trajo sushi a casa y ambas se degustaron con él.  Tu madre muy emocionada te preguntó sobre tu primer día y cómo lo habías pasado. Tú le contaste todo a detalle y sobre la nueva amiga que habías hecho.

-Oh y qué hay del almuerzo que olvidaste? si pudo llegar a ti?-preguntó algo curiosa.

-Sí, un chico me lo hizo llegar hasta mi salón de clases-

-Qué bueno, linda. Él se veía bastante amable por eso pedí su ayuda. Pensé que se lo iría a quedar pero es bueno saber que pudo llegar a ti.-

Y se te escaparon las siguientes palabras:

-No lo parece, él de verdad es muy amable.-
Te escuchaste algo ilusionada cuando dijiste eso y tu madre se dió cuenta de inmediato.

-¿Lo es?.- Uhm, entonces supongo que debería pedirle favores para tí más seguido.-

-¡Mamá!.- gritaste mientras ella reía.

Tu relación con tu madre era realmente buena, ambas se tenían mucha confianza y sabían que podían contar una con la otra. No importaba la hora ni el lugar, si se necesitaban hablaban o simplemente se escuchaban.

Cuando terminaste de comer con tu madre ella fue a tomar una ducha para irse a acostar. Pues ya eran pasadas de las 8:00 p.m. Ambas perdían la noción del tiempo cuando se ponían a platicar.
Le ayudaste a limpiar el comedor y lavaste los cubiertos que utilizaron. Apagaste las luces y subiste a tu habitación. No era la habitación más espaciosa, pero era suficiente para ti, tenía el suficiente espacio para tu cama y tu escritorio.
Terminaste tus últimos deberes de la escuela y recordaste todo lo que pasó en tu día. Aunque las palabras de Kazutora seguían molestándote quisiste ignorarlas pero te fue imposible, así que tomaste una hoja de tu cuaderno y anotaste lo que él te dijo.

"No lo entiendo, si algo te hace gracia deberías explotar de risa, no tratar de ocultarlo".

Pusiste esa hoja bajo tu almohada y te quedaste dormida.

"Estás aquí"

De pronto despertaste, habías tenido un sueño algo pesado. No tenías idea de lo mucho que deseabas volver a escuchar esas palabras salir de su boca tan atrevida. Querías escucharlo decirte eso una vez más.

𝓜𝓮 𝓰𝓾𝓼𝓽𝓪𝓼 𝓽𝓾 // 𝕶𝖆𝖟𝖚𝖙𝖔𝖗𝖆 𝖝 𝖑𝖊𝖈𝖙𝖔𝖗𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora