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Geto aún tenía secuelas de aquella batalla, los monos, era una palabra que repetía constantemente, su cambio era evidente pero sólo podía permanecer tranquilo en presencia de Satoru y Megumi, el primero había solicitado la baja temporal de su compañero y ahora residían en una de las casa de la familia Gojo, aislados del mundo, creando el propio.

— Es incorrecta.— Señaló con el lápiz al libro que sostenía Megumi. — El trazo es más diagonal, la caligrafía es importante para la disciplina. — recriminó el mayor, se había dedicado a educar al jóven. Para Suguru Megumi era el niño perfecto, tranquilo y silencioso pero con mucho amor que dar, lo que hacía que fuera más soportable la actitud de Gojo. — Perfecto. — aplaudió al ver la caligrafía de la segunda niña, Tsumiki, unas semanas después Satoru habia llegado con una segunda niña, la cual era la media hermana de Megumi y ante el hecho fue aceptada en el núcleo el contraste de la personalidad de los cuatro era definida pero armonizante, se complementaban íntimamente, familia era la palabra.

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