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Satoru sujetaba en un fuerte y contundente abrazo a Geto, sorpresivamente este nunca se quejó, aunque le era algo incómodo tener tan cerca al albino, intentaba dormir, aunque le era sin duda pesado hacerlo, su cabeza pensaba en muchas cosas, realmente había una confusión en sus sentimientos, dudoso sobre qué sentía por Satoru, suspiró pesado, esperaba que algún niño despertara y requiera su ayuda, afonía, parecía que todos dormían.

Giró un poco, pero fui inútil, detenido por los brazos de Gojo que lo juntaba más a su pecho.

— Me vas a ahogar. — Recriminó, pero sus palabras se quedaron en el vacío de la habitación, su compañero dormitaba tan profundo que era imposible tratarlo. Aunque con esa cercanía, Geto podía observar con mayor precisión las facciones de Satoru, eran sin duda muy hermosas, finas y delicadas, pero cuando creciera más su compañero se volverían más toscas, más masculinas, realmente satoru siempre había sido un niño atractivo, lo notó cuando el seis ojos llevo una foto de su niñez por una actividad extracurricular, le sorprendía que no fuera popular con las chicas, esperaba que alguien así tuviera muchas pretendientes, cosa extraña pues al ir a las arcade por lo general él era el que salía con más número de chicas que el albino, y siempre Gojo terminaba tirando las notas antes que pudiera registrar algún número, claro, a Satoru no le gustaba perder con el número de conquista, por ende desaparecía los número para que Geto no presumiera sus números de citas, siempre imagino eso Suguru.

El tiempo pasó desapercibido, y sin notar en qué momento el azabache cayó rendido por el cansancio, entregándose a Morfeo, sin cuestionar más, al final Satoru era la persona que siempre estaba ahí, siempre lo apoyo y ahora estaba con él en ese desastre, en una ilusión, y siempre le agradecería por ser su mejor y único amigo.

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