Familia

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Mimiko observaba con tranquilidad aquellas fotografías que se encontraban apiladas en el buró de la sala, podía reconocer con facilidad a las personas, eran su familia pero sus ojos permanecían con mayor tiempo sobre el hombre alto, Gojo, había escuchado que era el más fuerte, aunque no lo parecía pues siempre que estaba en casa era extremadamente parlanchín y ruidoso; aún así no le parecía molesto, Nanako siempre peleaba con el por cepillar el cabello de mamá Geto, Megumi lo ignoraba y Tsumiki era la única que parecía tenerle paciencia. Aún así para ella era una persona muy atractiva, sus ojos eran muy bonitos, aunque Geto era más agradable.

- ¿Mimiko, está todo bien? - Geto interrumpió su pensamiento, ella retiro su mirada de las fotos para verlo. Suguru sonrió aún más, él entendía que la niña era muy tímida, cuando llegó solo hablaba con su hermana, inclusive Megumi creía que ella era muda ante su forma cohibida.
- ... - Señaló la fotografía de Satoru.
- ¿Satoru? ¿Él te asusta? - Era lo más lógico que pudo pensar. La menor negó con la cabeza.
- Él es atractivo. - Murmulló con pena.
- Sí, lo es. - Reafirmó Geto mientras tomaba en sus brazos el cuerpo pequeño y débil de Mimiko.- Siempre ha sido muy guapo, sus ojos son encantadores, magnético hasta que abre la boca. - Rio ante la broma que hacía, realmente la personalidad de su compañero había jugado un poco en contra al conocerse pero también era lo que los mantenía unidos en ese momento.
-¿ Mamá Geto está enamorado de Gojo?- cuestionó con interés, ella no entendía mucho la mecánica familiar, si ellos los cuidaban y los querían es porque eran Mamá y Papá pero Megumi siempre recriminaba que Gojo no lo era, eso la confundía mucho.
- oh, bueno Satoru y y...- un sonido escandaloso interrumpió el momento, ante la entrada del hechicero con un gran pastel y unos globos.
- ¡¡¡¡Feliz cumpleaños, Gumi!!!!- Su voz recorrió todo el lugar y un niño intentando escapar de la humillación que pasaría.