Día 3: Bajo la lluvia

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Estaban realmente cansados, esto de manejar una organización criminal como lo es la mafia no era un trabajo sencillo, en especial cuando les tocaba a ellos atender las misiones más complicadas, es decir, tenían a personas muy fuertes bajo su subordinación pero no podía arriesgarse cuando sabía que posiblemente esto los superaría, por ello es que al ser ellos el jefe y su mano derecha, además de ser los más fuertes -tener un Stand Requiem siempre es bueno- era su responsabilidad acabar con los obstáculos más batallosos. Eso o mandar a la muerte a personas que sabía no podrían hacer mucho, sería despreciar vidas.

Pero al final del día siempre lograban salir de los problemas, ya sea estrategia o batallas, eran un buen dúo cuando se trataba de pelear juntos, de eso se dieron cuenta desde que se conocieron y con el paso del tiempo han mejorado su habilidad de pelear hombro a hombro confiando en el otro y conociéndose lo suficiente para saber en cuestión de segundos los planes que se formaban mientras se desarrollaba la situación con solo compartir miradas.

Ahora iban rumbo a casa a pie, su vehículo había sido así atacado cuando a penas salían de la ciudad y sus teléfonos quedaron obsoletos durante la batalla que se prolongó horas, por ello debían encontrar alguna estación de servicio que solía haber en las carreteras o cualquiera lugar que tenga un teléfono para hacer una llamada y que vayan a recogerlos. Desgraciadamente no parecía haber alguna cerca pese a llevar caminando casi una hora. Era realmente horrible la situación.

— Giorno, para la próxima procura convertir un auto en alguna mosca o algo así para tener un vehículo de repuesto. — Comentó Mista mientras suspiraba cansado. Seguro cualquier otro miembro de Passione se alteraría si le escuchase hablar así al jefe, pero él estaba seguro que Giorno no le haría nada más allá de sacarle la lengua como berrinche -de los pocos comportamientos que tenía Giorno con respecto a su edad- si se excedía en un comentario tonto. Ventajas de ser el mejor amigo del Don de la mafia.

— Una mosca no sería muy práctico, la perdería de vista. — Respondió el menor con el mismo tono de voz cansado.

— Un conejo, un cocodrilo, lo que quieras. — Miró el nublado cielo nocturno y como este se iluminaba durante lapsos rápidos. — Menos mal comenzará a llover. —

— ¿Es eso algo bueno? —

— Depende de cómo lo veas. A mí al menos me trae recuerdos. —

— ¿Qué tipo de recuerdos? —

— Ya sabes, cuando era niño y jugaba bajo la lluvia, era divertido. — La sonrisa que le dio a Giorno le pareció muy bonita.

— Yo nunca hice eso. — Miró el cielo. — Me enfermaba con facilidad así que siempre evitaba la lluvia. — La negligencia de sus padres le hicieron tener un sistema inmunológico muy débil cuando era niño, por ello se perdió de ese tipo de experiencias en su infancia y por ende le costaba entender lo divertido en ello.

— Hombre, eso es lamentable. —

Siguieron caminando en silencio, hablar del pasado de alguien de su equipo, por más breve que sea siempre equivalía a una situación incómoda por lo que mejor decidían callar hasta que haya pasado el tiempo suficiente para que el tema se olvide, esta ocasión no fue la excepción. El recorrido a pie en carretera era callado y no había ningún sonido más que el de sus pisadas hasta que después de diez minutos se les unió el de las gotas de agua impactando en el suelo y sobre ellos.

Pese a la lluvia y a ser de noche no tenían frío, estaban en pleno verano y aún había residuos del caluroso día que habían tenido, de hecho pensaban en que tenían suerte de que su misión haya terminado al atardecer, sería realmente horrible tener que caminar con el sol sobre ellos. La temperatura del agua de lluvia era fresca y bastante buena.

Mista dejó de mirar al frente y ahora centro su minada a los lados de la carretera donde había tierra, maleza y algo más que llamó su atención.

— ¡Giorno! — Le llamó y antes de que el mencionado pudiese decir algo la mano de Mista se aferró a su muñeca con fuerza y tiro de él sacándolo de la carretera y llevando hasta la tierra húmeda que le ensuciaba sus costosos zapatos.

Mientras estaba sujetado por Mista, este comenzó a brincar y girar en uno de los grandes charcos que se había formado ensuciandose a él y al rubio el cual lo veía sin comprender lo hacía, ¿se había vuelto loco?

— ¡Déjate llevar! — Le dijo Mista entre risas como si hubiese captado su confusión. Giorno asintió tomó ambas manos del pistolero y al igual que él brincaba y giraba sobre el charco.

Giorno no supo exactamente en qué momento una sonrisa decoró su rostro, ni tampoco entendía el motivo de hacer algo tan simple pero por alguna razón lo estaba disfrutando.

La situación era una combinación de sonidos, la lluvia cayendo, las pisadas en los charcos de agua y lodo y las risas de dos jóvenes que fueron obligados a crecer muy rápido. A Giorno no le importó ensuciar su costosa ropa y calzado, ni le importó que su cabello se había medio soltado y mechones rubios se pegaban en su rostro mojado, tampoco le importó si al día siguiente enfermaba, mucho menos le importó el posible sermón que Bucciarati les daría una vez lleguen hechos un desastre, en este momento lo único que le importaba era escuchar la risa de Mista.

~❁~

Vamos bien, vamos bien, tres días ya son mucho para mí. (?)
Cris se despide, bye.

GioMis Flufftober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora