Día 27: Conocer a los padres

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Mista abrió la puerta de la oficina encontrándose con Giorno que -como siempre- había llegado mucho más temprano. Las cortinas estaban abiertas y ya había una pila de papeles en el escritorio, nada fuera de lo normal excepto por su jefe quien se encontraba hablando por teléfono con una expresión de alegría en él.

— Se lo aseguro, todo está bien, nada de lo que deba preocuparse. — Dijo el rubio quien volteó a verlo y le saludaba con la mano mientras escuchaba lo que la otra persona le decía a través del teléfono. — Bien, si lo mantiene tranquilo puedo preguntarle. — Se quedó un momento en silencio y estiró su brazo para que Mista tomé su mano, cosa que el pistolero captó e hizo justo después de cerrar la puerta. — Se lo comentaré y volveré a llamar esta noche para confirmarle. — Sus manos se entrelazaron y Mista acarició el dorso de la mano de Giorno con su pulgar. — De acuerdo, que pase buen día. — Y colgó.

— Buenos días, Pudín. — Saludó Mista depositando un beso en la mejilla de Giorno; su jefe y desde hace medio año, su novio.

— Buenos días, Guido. —

— ¿Qué fue eso? ¿Alguna reunión con un socio nuevo? —

— No exactamente. — Miró al suelo un segundo y después se centró en los ojos carbón de Mista de nuevo. — Guido, mi padre quiere conocerte. — Soltó la bomba.

Los ojos de Mista se abrieron aún más ante aquellas palabras y no dijo nada. Desde que conoció a Giorno y este comenzó -poco a poco- a ser más abierto con él, nunca había mencionado nada acerca de su familia, y cada vez que él hacía algún comentario o pregunta al respecto, Giorno se las ingeniaba para cambiar el tema o desviar su atención a algo más, cosa que siempre le funcionaba. Y ahora de repente, resulta que Giorno tiene papá y que quiere conocerlo.

— Hace un tiempo le hablé de nosotros... Está un poco preocupado por mí, él sabe cuál es mi posición, y quiere estar seguro de que estoy bien. — Dijo Giorno. — Le he asegurado que no debe preocuparse, pero él insiste en hacerlo y no estará tranquilo hasta que no te conozca en persona. — Le dio una suave sonrisa, de esas que Mista ama porque solo le dedica a él. — Pero si no te sientes cómodo puedo hablar con él de nuevo y posponerlo. —

— ¿Qué? No, no. — Se apresuró a responder. — Me encantaría conocerlo y dejar claras mis intenciones; además, puedo entender que se sienta preocupado, eres su hijo, después de todo. —

— ¿Entonces estás de acuerdo en que confirme para que lo conozcas? Sería el sábado en la noche. —

— Adelante, estaré listo. —

Y Mista no estaba listo.

Aquello había ocurrido un martes en la mañana y la semana transcurrió horriblemente rápido. Ahora estaba frente al espejo del dormitorio de Bucciarati mientras se veía usando uno de los elegantes trajes que el Capo muy amablemente le había prestado. El tipo de ropa que Mista usaba estaba muy alejada de ser la ropa para conocer a tu suegro, por ello, después de hablar con Bucciarati, este le había prestado algo más apropiado, un traje gris oscuro que le quedaba perfecto y le había ayudado a prepararse.

— Lo impresionarás. — Le aseguró el mayor mientras terminaba de ajustar la corbata de Mista.

— Pareces pingüino. — Comentó Narancia quién había insistido en estar ahí para apoyarlo pero hacía todo lo contrario.

— No ayudas. — Le regaño Bucciarati al chico que estaba en su cama y abrazaba uno de los osos peluches que Abbacchio le regaló a Bucciarati alguna vez. — Te ves bien y estoy seguro que Giorno pensara lo mismo. — Le dio una palmada en la espalda.

— Giorno no me preocupa, por alguna razón me considera atractivo incluso si usara uno de los horribles trajes de Fugo. — Escuchó la risa de Narancia. — Quien me preocupa es su padre, ¿y si no le agrado? ¿Crees que podría influenciar a Giorno para dejarme? —

GioMis Flufftober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora