Día 8: Baile lento

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Mista siempre ha sido una persona observadora, eso era una ventaja para alguien que maneja un arma, estar conciente de su al rededor le ayudaría un mejor resultado y planes rápidos de ejecución. Debido a esa habilidad para notar el más mínimo detalle se dio cuenta de que Giorno estaba diferente, no por su ropa o su cabello, sino su manera de actuar. Nadie se daría cuenta, es casi imperceptible, pero Mista conocía de memoria este rostro y la expresión de Giorno era para él claramente la de alguien preocupado.

— ¿Sucede algo? — Preguntó mientras limpiaba el cañón de su arma.

— ¿Por qué lo dices? — El rubio desvió la mirada de la hoja que leía al rostro de Mista.

— Tu cara, y también tu dedo moviéndose; algo te preocupa. —

— No es nada importante, realmente. — Dobló la hoja y la dejó a un lado, recordaría tirarla. — La próxima semana habrá una gala, finalmente conoceré a muchos de los Capos y subordinados bajo mi mando. —

— Suena a algo que puedes manejar. — Dejó de limpiar la pistola y miró a Giorno. — ¿Cuál es el detalle? —

— Será un baile. — Notó a Mista levantar una ceja no entendiendo lo malo en eso. — No sé bailar. — La sonrisa de Mista y el como cubrió su boca para no reír le hizo fruncir el ceño.

— Te estás preocupando por nada, bailar es muy fácil. —

— Nunca he bailado, así que realmente no sé cómo hacerlo. — Suspiró derrotado y apoyó su cabeza en sus manos. — Pensaba en pedirle a Bucciarati que contratará alguna maestra de danza pero es vergonzoso que alguien se entere. —

Mista se puso de pie y se acercó al escritorio de Giorno extendiendo su brazo y ofreciéndole su mano.

— En ese caso no podemos permitirlo. Ven, te enseñaré a bailar. — Giorno le miró desconcertado pero sin decir nada sostuvo la mano de Mista.

Una vez ambas manos estuvieron juntas Giorno se puso de pie y se dejó guiar por Mista hasta el centro de la habitación. Su oficina no era exageradamente grande pero era lo suficientemente espaciosa para dejar libre parte de ella sin apretar los muebles dentro.

— A decir verdad nunca tomé clases o algo así, es algo que mi cuerpo hace por mero instinto, como si entrase en una especie de piloto automático y se moviese con la música. — Explicó el mayor, su mano izquierda aún sostenía la mano de Giorno y colocó la derecha bajo el omóplato izquierdo del rubio cerca de su cintura.

Giorno conocía la pose del baile, si bien nunca lo había intentado, si había visto en películas cómo era, además de tener un vago recuerdo del baile de la boda de su madre y su padrastro. Giorno llevó su mano izquierda al hombro de Mista sujetándolo suavemente, sabía que el tacto debía ser delicado al igual que los movimientos. Sus mano sujetas levantadas al nivel de sus ojos tenían un agarre suave pero lo suficientemente firme, la diferencia de tamaño no era mucha pero estando unidas era inevitable no notarlo, la mano de Giorno era más pequeña y encajaba a la perfección en la de Mista.

— Pero no tenemos música. — Comentó Giorno viendo directo a los ojos de Mista. Su distancia no era mucha, aproximadamente de treinta centímetros, lo que más les separaba era la diferencia de altura.

— No la necesitamos, solo confía en mí y déjate llevar. —

La suave sonrisa en el rostro de Mista era hermosa a la perspectiva de Giorno. No era la sonrisa típica y divertida que solía tener, era más tranquila, como si en ese momento estuviese en paz consigo mismo y lo que le rodea. Asintió a la petición.

— Me movere a la izquierda y tú lo harás a tu derecha, primero será un pie y después debes juntar el otro, al mismo tiempo iremos girando, ¿bien? — Nuevamente Giorno asintió. — Solo déjate llevar. —

El baile comenzó, Giorno fijó su mirada a sus pies, en el momento en que Mista movió su izquierdo Giorno lo hizo con el derecho siguiendo indicaciones, no sabía exactamente lo que hacía, sus pies parecían no querer obedecer a su cerebro, en el tercer movimiento mientras giraban piso a Mista el cual amablemente no hizo ningún comentario y seguía bailando.

Giorno estaba molesto, normalmente aprendía rápido pero al parecer algo tanto tonto como bailar se le dificultaba enormemente, pisaba a Mista una y otra vez, no podían terminar una vuelta sin haber pisado mínimo dos veces al pobre chico. No entendía por qué, observaba con la mayor atención los movimientos y sin embargo no podía lograrlo, se sentía tan inútil.

— Giorno. — Levantó la cabeza ante el llamado. — Deja de ver tus pies. —

— Pero... — Fue interrumpido antes de dar su justificación.

— Si sigues haciéndolo no lo vas a lograr. — Inclinó ligeramente su cabeza hacia la derecha. — Te lo dije, se trata de dejarte llevar. En vez de mirar tus pies, mira mis ojos. —

— Si no puedo verlo que hago será peor. —

— Confía en mí. — Nuevamente ante aquella petición Giorno asintió, no había persona en la Tierra en quien más confiase que Mista.

Con sus miradas fijas nuevamente comenzaron, Mista se movió hacía la izquierda y Giorno hacía la derecha dejando que lo guíen. Estaba concentrado en Mista y sin darse cuenta comenzó a observar cada pequeño detalle de su rostro; sus pestañas eran considerablemente largas, en especial las que estaban bajo sus ojos. En su mejilla derecha y labio inferior tenía cicatrices, a penas eran imperceptibles, por ello nunca las había notado, pero ahí estaban, esa área de piel más hundida y clara que el resto. Mista tiene un rostro varonil pero suave, de facciones simples y hermosas que Giorno ahora podía ver mejor.

A decir verdad no se estaba percatando del baile ni tampoco se había dado cuenta de que no había pisado a Mista ni una sola vez, lo único que podía sentir era como sus pisadas se sentían como si estuviese en nubes y su mano reforzaba el agarre sobre la otra. Su mente estaba tan concentrada en querer seguir viendo a Mista, era precioso y su sonrisa le recordaba a ese sentimiento cuando aquel hombre que nunca llegó a saber cómo se llamaba le compró un helado, o la primera vez que comió pudín; era dulce.

Giorno pensó si a esto se refería Mista con dejarse llevar. Se respondió a sí mismo sonriendo y acercando un poco más su cuerpo al contrario mientras sus pies seguían el ritmo de una música inexistente que era remplazada por sus propios latidos.

Así como sus pasos estaban sincronizados, ambos se detuvieron al mismo tiempo pero no se separaron ni apartaron la vista del otro, aún mantenían su agarre y sus sonrisas.

— ¿Lo ves? Te dije que era fácil. — Dijo Mista acariciando la cintura de Giorno, no sabía exactamente por qué lo hacía pero su mano estaba ansiosa por el tacto.

— ¿Podemos seguir practicando? Quiero estar preparado. — Al igual que Mista, Giorno también comenzó a dar pequeñas caricias en el hombro del mayor.

— Bien, una vez más y después tratas de guiar, ¿de acuerdo? —

— De acuerdo. — Comenzaron un nuevo baile, esta vez salió perfecto desde el inicio.

~❁~

Creo que oficialmente a partir de ahora publicaré hasta en la noche.
Cris se despide, bye.

GioMis Flufftober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora