Con los ojos llorosos y cara de verdadera repulsión, Evelyn vio
cómo Atticus se alejaba a velocidad vampírica y salía de su ángulo de visión en
apenas segundos.
Miró el saco con el que él había cubierto su cuerpo casi desnudo. Quería lanzarlo
lo más lejos de ella que pudiera, pero no lo hizo porque la prenda era lo único
que la protegía del severo viento otoñal que le cortaba la piel como un cuchillo.
En lugar de eso, se envolvió con él, se colocó en posición fetal y cerró los ojos
para intentar dejar de pensar en lo sucedido.
Poco después, se levantó del suelo embarrado, se quitó los zapatos de tacón con
pedrería incrustada y empezó a caminar para alejarse de aquel sitio.
Quería salir de allí, irse a su casa, ver a su madre, a su padre, incluso a Nora.
Quería estar en algún lugar que le resultara familiar, en el que se sintiera a salvo,
donde no tuviera que preocuparse por las reacciones violentas de Atticus, por su
enrevesada forma de actuar y su absoluto poder sobre todo lo que lo rodeaba.
El palacio real estaba fuertemente custodiado, y salir de él sin permiso era tan
difícil como intentar ganar acceso al mismo. Evelyn sabía que no tenía ningún
sentido tratar de escapar porque jamás resultaría, pero deseaba con todas sus
fuerzas estar lo más lejos posible de donde había tenido lugar la desafortunada
cena.
Las palabras de Scarlet le retumbaban en la cabeza: «Te guste o no, estás aquí
por una sola razón: para convertirte en su juguete personal».
La chica tenía razón. Evelyn era el juguete personal de Atticus y, aunque él no se
cansaba de repetir que la quería, lo único que sentía por ella era puro deseo. El
rey únicamente se quería a sí mismo, y sólo podía pensar en su propia felicidad.
Si la amara tanto como decía, querría lo mejor para ella y la dejaría vivir la vida
como quisiera, con su familia y con Ethan.
Vivir su vida como un ser humano, eso era lo único que Evelyn deseaba, lo que
siempre había deseado. Una vida tranquila y pacífica, sin dramas, sin vampiros;
una vida en la que pudiera hacer lo que quisiera, cuando quisiera. Una vida llena
de libertad y de opciones entre las que escoger.
Pero sabía que no podía culpar sólo a Atticus de lo que había sucedido esa
noche, porque, por mucho que lo negara, había causado en parte la reacción
violenta que había acabado con la que estaba siendo hasta entonces la cita
perfecta.
Debería haberse mordido la lengua cuando Atticus le había hablado de
devolverle su libertad, y no debería haberlo provocado mencionando a Ethan y
cómo seguía queriendo a su amor de la infancia. Estaba claro que ése era un
tema tabú entre ella y Atticus, y no debía volver a mencionarlo jamás.
ESTÁS LEYENDO
Un amor oscuro y peligroso- Almas Mortales
Teen FictionLa Tierra, año 2438. El mundo ha cambiado y ahora los vampiros dominan a los hombres. El poder está en manos del Rey, un monstruo despiadado, cruel y el vampiro más anciano y poderoso de todos. Alto y de bellos ojos verdes, es incapaz de mostrar amo...