Capitulo 16

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—¡Podrías haberla matado esta noche! —suspiró Hansel mientras limpiaba unas

pocas gotas de su propia sangre que manchaban la comisura de los labios de

Evelyn—. Es humana, no vampira. No puedes perder los estribos y atacarla. —Menos mal que nosotros sí somos vampiros, ¿eh? —respondió el rey sombrío

y sin mirar a su amigo desde el otro extremo de la enorme cama cubierta por un

edredón rojo en la que estaba tendida Evelyn.

Tenía razón: la sangre de los vampiros poseía excepcionales poderes curativos

para los humanos. Atticus estaba seguro de que, si no le hubieran dado sangre,

Evelyn habría sufrido daños irreparables que la habrían afectado el resto de su

vida. La falta de oxígeno en el cerebro podría haberle causado lesiones

neuronales si él no se hubiera dado cuenta a tiempo de lo que estaba haciendo. —¿Por qué me has llamado? —quiso saber Hansel—. ¿No podrías haberle dado

un poco de tu propia sangre? Eres un vampiro más antiguo que yo, seguro que la

tuya la curaría más deprisa que la mía.

El rey sonrió ante la curiosidad y la inocencia del vampiro de pelo rizado. —¿No ves lo mucho que me odia? Por la forma en que se comporta cuando

estoy cerca y por cómo me mira, está claro que detesta la idea de estar a mi lado.

Le parecería repulsivo llevar mi sangre. —Y ¿por qué me has pedido que le dé yo de la mía? —Porque a ti no te odia, Hansel; le salvaste la vida una vez y sé que te lo

agradece.

Hansel chasqueó la lengua mientras inspeccionaba el cuello de Evelyn. Como

esperaba, las marcas oscuras que habían dejado los dedos de Atticus estaban

desapareciendo. —Te preocupas mucho por ella. No recuerdo la última vez que te vi ser tan

considerado con nadie o con nada que no fuera el bienestar de la nación...

Con disimulo, miró a su rey y vio la forma en que Atticus contemplaba

embelesado a Evelyn, con una mirada llena de afecto y consideración. Como si

no supiera lo que acababa de pasar, podría incluso decir alguien. Era

enternecedor comprobar lo mucho que la frágil muchacha humana le importaba.

Pero, aunque Atticus era su creador y la naturaleza de Hansel lo impulsaba a ser

respetuoso y leal hacia él y desear su felicidad, a veces no podía evitar sentir un

dolor agudo en el pecho al pensar que Evelyn estaba obligada a vivir con

Atticus. Aunque sacara el mayor partido de ello y aprendiera a controlar su

carácter, aunque llegara a amarlo algún día...

Eran unas ideas desleales, pero no lo podía evitar. —No eres lo suficientemente viejo como para saber la última vez que me sentí

así por una chica —repuso Atticus tras una larga pausa—. Ella y yo terminamos

antes de que tú nacieras. —Se llamaba Venecia, ¿verdad?

Hansel sonrió al recordar las preciosas historias que había oído de los tiempos en

los que su amigo estaba enamorado... antes de la tragedia.

Un amor oscuro y peligroso- Almas MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora