Evelyn observaba a los criados corriendo de un lado para otro de la habitación,
colocando velas perfumadas, un mantel elegante y todo tipo de piezas
extravagantes de vajilla y cubiertos sobre la larga mesa rectangular de madera
que habían situado en el centro de la estancia.
Se preguntó si alguien se daría cuenta si se le ocurriera afilar una de las gruesas
patas de madera para utilizarla como estaca. Aun así, decidió que no valía la
pena ni intentarlo; se suponía que tenía que mostrarse amable con míster Oscuro
y Peligroso.
Un intento de asesinato no iba a sumarle muchos puntos en cuanto a
popularidad, y, además, no estaba claro si a Atticus se le podía matar con una
estaca. Había leído leyendas en las que era así como se podía acabar con los
vampiros, pero él no era un vampiro normal. Era uno de los Siete, uno de los
Primigenios... Seguro que haría falta algo más que un afilado trozo de madera
para acabar con él.
«¡Alto! —se ordenó a sí misma mentalmente—. Se supone que tienes que
llevarte bien con él, no planear su asesinato. ¡Quítate todos esos sangrientos
planes de la cabeza y, en su lugar, piensa en cómo salvar a Hansel y a Ethan!».
Se sentó en el borde de la cama. Se la acababan de tender y le habían puesto
sábanas nuevas, colchas y fundas de almohada; había toallas limpias en el cuarto
de baño y rosas y hortensias frescas de todos los colores repartidas por la
habitación.
Notó a su alrededor el aroma de la naturaleza y no pudo esconder lo feliz que la
hacían las flores. Olían divinamente y le recordaban a su casa.
Era la primera vez que había pedido algo desde que estaba en el palacio. Hasta
entonces se había negado a aprovecharse de los lujos que Atticus le ofrecía, por
orgullo, convencida de que así le demostraba que no le pertenecía y se aseguraba
de no deberle nada al rey. Sin embargo, ahora se había dado cuenta de que estaba
jugando una partida de ajedrez que tenía perdida de antemano. Aunque el premio
era tan tentador como inalcanzable, las consecuencias eran mayores.
A Atticus se le estaba empezando a acabar la paciencia y sabía que la violencia
que le había mostrado el día anterior era tan sólo el principio de lo que podía
hacerle. Era capaz de hacer cosas mucho peores. Al fin había sucumbido a la
Oscuridad, por su culpa. Ella era el peón favorito de dicha Oscuridad.
Sus desafíos y su bravuconería creaban todo tipo de emociones negras en el
interior del rey, y, tarde o temprano, acabaría por perder el control. Los actos de
violencia sexual irían en aumento a partir de ahí. Muy pronto, sus deseos harían
que Atticus quisiera cada vez más de ella, y Evelyn había entendido por fin que
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Un amor oscuro y peligroso- Almas Mortales
Ficção AdolescenteLa Tierra, año 2438. El mundo ha cambiado y ahora los vampiros dominan a los hombres. El poder está en manos del Rey, un monstruo despiadado, cruel y el vampiro más anciano y poderoso de todos. Alto y de bellos ojos verdes, es incapaz de mostrar amo...