Capitulo 50

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Atticus se agarró a la barandilla del balcón de la suite. Situada en la planta 103,

desde allí se alcanzaba a ver hasta la costa de Carolina del Norte, con kilómetros

y kilómetros de arena blanca extendiéndose frente al océano azul, a apenas unos

metros de la puerta del hotel.

Pero la gloriosa vista no tuvo el más mínimo efecto sobre él: todo en cuanto

podía pensar era en Evelyn. Como un halcón, la observó meterse despacio en el

elegante Bentley de color negro estacionado en la puerta, con Hansel

ayudándola. Estaba claro que todavía seguía dolida después del pequeño

incidente acaecido cuarenta y ocho horas antes.

Atticus dejó escapar una carcajada siniestra.

Sólo había estado despierta unas horas después de haberse pasado un día entero

inconsciente, pero en el momento en que Hansel le había dicho que podía irse a

casa se había emocionado como una niña en Navidad.

Atticus agarró con más fuerza la barandilla que le estaba impidiendo caer en

picada hacia el suelo, tan fuerte que dejó marcados los dedos en el metal para la

posteridad. —¿Tanto asco le doy? —preguntó en voz baja, pero su interlocutora no tuvo

ningún problema en oírlo. —Sólo te tiene miedo. Te desprecia con todo su corazón, eso sí, pero no siente

repulsión hacia ti —respondió Venecia desde el interior de la suite, con la mirada

perdida en ningún sitio. Tomó un sorbo de té de una elegante taza de porcelana. —Y ¿cuál es la diferencia? Ninguna de las dos son emociones muy positivas que

digamos, me rechaza de todos modos. —Ése es tu problema, ¿sabes? Que lo clasificas todo como bueno o como malo

sin ponerte a pensar en todos los matices que hay entre ambos. A lo mejor si

hubieras reflexionado acerca de las posibilidades que tenías con Evelyn en vez

de abalanzarte sobre ella por la fuerza para asegurarte de que no se iba de tu

lado, a estas alturas ya te habrías ganado su afecto. —¿Qué intentas decirme?

Venecia chasqueó la lengua y su rostro intemporal hizo una mueca divertida al

volverse hacia el hombre al que había amado con todas sus fuerzas y cuyo amor

había sido correspondido. —Hace muchos años, cuando todavía éramos humanos, si no recuerdo mal, eras

muy popular entre las féminas, así que entiendo que tus habilidades no han

hecho más que mejorar en todo este tiempo. —Dejó escapar una risa casi triste

—. Sin embargo, tu orgullo siempre fue tu punto débil. Puede que seas inmortal,

pero no eres la excepción a las reglas morales. —Pensaba que después de todo este tiempo te habrías cansado ya de hablar

como un filósofo, siempre diciendo cosas tan ambiguas. Ve al grano, por favor,

Venecia. —Creíste que podrías seducirla con dinero y poder, ¿verdad? Como hiciste con

tantas otras antes que ella. Sé que usaste mi anillo para ver tu futuro con Evelyn,

¿me equivoco? —No, no te equivocas —dijo él con frialdad. —¿Qué viste?

Un amor oscuro y peligroso- Almas MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora