Capitulo 34

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—Estoy embarazada.

Las palabras de su prima resonaron en los oídos de Evelyn como el eco de una

campana. Notó cómo se le aceleraba el corazón y, por tanto, la circulación

sanguínea en todo su cuerpo. «¡Embarazada! ¡Está embarazada! ¡Alice espera un

bebé!». Le costó procesar la información más tiempo del necesario, pero, en

cuanto lo hizo, dejó escapar un grito de emoción que pronto fue ahogado por la

mano de Alice, que le tapó la boca alarmada. —Shhh... —le rogó—. Es un secreto, ¡nadie puede saberlo! —Lo siento —dijo ella con una risita, y se puso a mirar el abdomen de su prima —. No puedo creer que haya una vida creciendo ahí dentro. ¿Puedo tocarla? —Claro —respondió Alice con una sonrisa beatífica—. Pero con cuidado; no

estoy de mucho, pero no puedo arriesgarme a que le pase nada. —¡Es un Blackburn! ¿Cómo no iba a tener cuidado?

Fascinada, Evelyn pasó la palma de la mano por el vientre casi plano de Alice,

pero su cara se iluminó de alegría al imaginarse la vida que apenas empezaba a

florecer en su interior. —Estás embarazada... Vas a ser madre... —murmuraba anonadada.

Estaba tan fascinada por la noticia que ni siquiera se dio cuenta de la expresión

sombría de su prima. —Por favor, tienes que prometerme que no le contarás a nadie que estoy

embarazada. ¡Nadie puede saber que espero un bebé! —¿Por qué? —preguntó ella sorprendida—. ¿Pasa algo? ¿Por qué no estás

contenta? ¿Todavía no se lo has contado a la tía Lu? ¡Se alegrará tanto cuando se

entere!

Alice tragó saliva, nerviosa. —Por favor, Evelyn, cuanto menos sepas de este bebé, mejor. Prométeme que no

se lo contarás a nadie, por favor. Nadie puede saber que estoy embarazada,

¡nadie! —Pero ¿por qué? —inquirió la chica de nuevo. Alice no parecía ella, se

comportaba de forma muy rara. A su voz le faltaba la compasión y la amabilidad

habituales. En su lugar, el tono que usaba era casi de amenaza—. ¿Sabe Marcus

que estás en estado? —Déjalo, te he dicho que, cuanto menos sepas, mejor. No me pidas información

que te pondrá en un peligro aún mayor. No quiero que te hagan daño, Eve —

afirmó Alice testaruda. No era ningún juego. Evelyn sabía que algo iba mal, muy mal. Aunque su prima

nunca le había dicho que quería ser madre, siempre se le habían dado muy bien

los niños. Al saber que se había quedado embarazada, lo normal habría sido que

estuviera contenta, que lo celebrara con gritos de alegría, que se lo dijera a todo

el mundo. No era normal que estuviera tan preocupada y atemorizada. —¡Dios! —saltó Evelyn—. Alice..., el bebé es de Marcus, ¿verdad? —Ya te he dicho que es mejor que no sepas lo que no debes saber. Por favor, no

quiero involucrarte aún más en este embrollo, no quiero que las cosas sean aún

peores entre Atticus y tú. —¿A qué te refieres? —rio Evelyn—. Las cosas ya van todo lo mal que pueden

ir. Le ordenó a Hansel que me mintiera y que se hiciera pasar por mi amigo sólo

porque quería que tuviera un motivo para quedarme aquí, ¡para hacer mi estancia

menos desdichada! —Antes de que pudiera darse cuenta, toda la furia contenida

en las últimas horas se destapó y salió como un tsunami—. Sabía que odiaría

estar aquí en contra de mi voluntad, y ¿creyó que ponerme un amigo ficticio que

me espía y que le cuenta todos mis movimientos me iba a hacer más feliz? En

serio, ¿es que de verdad quiere hacerme feliz? No para de decir lo mucho que me

quiere y que me dará todo lo que le pida, pero no me da lo único que quiero: ¡mi

libertad!

Para cuando Evelyn hubo acabado de expresar sus frustraciones, volvía a llorar.

Por mucho que odiara admitirlo, estaba muy enojada con Hansel por fingir que

era su amigo, pero lo que de verdad la frustraba era no ser libre. No tener ningún

derecho. No tener control sobre su propia vida y su propio cuerpo. —Evelyn, ya sé lo que ha pasado —suspiró Alice—, Atticus me lo ha contado.

Sabe por lo que estás pasando. —En un gesto cariñoso, puso la mano sobre la de

su prima—. Es difícil amar a un vampiro, y aún lo es más ser amada por uno.

Pero éste es el destino que nos ha tocado, no hay forma de cambiarlo, Evelyn. —Al menos, tú tienes un bebé en camino, ¿no es eso maravilloso? Un pequeño

ser que te hará seguir adelante, un motivo para seguir viviendo. —Evelyn sonrió. —Supongo —admitió Alice apesadumbrada. —¿Qué es lo que necesitas que haga por ti? Si no quieres que te pregunte nada

más acerca del bebé, no lo haré, pero al menos dime cómo quieres que te ayude. —Gracias por entenderme. —Alice le dio un abrazo de agradecimiento—. Y,

sobre todo, recuerda que no tienes que hacerlo si no quieres. No sólo mi vida

estará en peligro, sino la tuya también. —Es por el bebé, ¿no? —preguntó Evelyn, aunque ya sabía la respuesta.

Su prima asintió y rompió a llorar. —Tienes que entender que no puedes decirle a nadie que estoy embarazada. ¡Si

Marcus o Atticus se enteraran...! —Su voz se rompió en un sollozo. —¿Creen que por ser humana no eres digna de ser madre de un vampiro o algo

por el estilo? —No, Evelyn: los vampiros no pueden concebir. Ni con humanos ni entre ellos.

El bebé no es de Marcus —admitió Alice tras una larga pausa.

Sabía que no era justo mantenerlo en secreto cuando su prima se había mostrado

dispuesta a poner su vida en juego por ella y el bebé. No podía confesarle quién

era el padre, pero sí decirle que no era Marcus.

La joven dejó escapar un grito ahogado y se quedó mirando a Alice petrificada.

—¿Engañaste a Marcus con un humano? —Sí, Evelyn. No quiero a Marcus, nunca lo he querido y nunca lo querré. Es tan

sólo el vampiro que me mantiene cautiva entre sus garras. Aunque es bueno

conmigo, soy incapaz de obligarme a quererlo. —La verdad es que te entiendo mucho más de lo que me gustaría. —Evelyn le

dedicó a su prima una sonrisa triste—. Dime qué quieres que haga y lo haré. —Necesito que me ayudes a salvar a este bebé. —¿Cómo? —Intentaré que Marcus no se entere durante todo el tiempo que pueda, y por eso

necesito quedarme en palacio hasta que llegue el momento de dar a luz. Atticus

te quiere y haría cualquier cosa por ti, y Marcus obedece sus órdenes como un

cachorro, así que necesito que le pidas a Atticus que me deje quedarme aquí todo

el tiempo necesario. —¿Y si no funciona y Marcus se entera?

 — Entonces tengo una plan B.

Un amor oscuro y peligroso- Almas MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora