Capitulo 52

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Evelyn pensó que le resultaría extraño entrar en su casa después de haber pasado

varios meses fuera, cautiva en la Ciudadela Real, pero no fue así. Tan pronto

cruzó las puertas de roble, todo le pareció igual que siempre.

Desde el sonido de sus botas sobre el suelo de mármol hasta el olor avainillado

en el ambiente. Asimismo, notó el delicioso aroma a pato asado proveniente de

la cocina, situada en la parte de atrás de la casa, invadir sus fosas nasales.

Le parecía increíble estar de nuevo en el sitio al que pertenecía después de tantas

noches sin dormir soñando con volver a estar en casa con su familia.

La primera en verla fue su hermana. —¡Eve! —gritó Nora sorprendida mientras bajaba la escalera en espiral.

Vestía un pantalón de cuero y un suéter rojo de pelo. Estaba tan guapa como la

joven la recordaba: la piel morena perfecta, el pelo oscuro y sedoso al tacto y los

ojos enormes y azules, como los de Evelyn pero más bonitos.

Esta última se vio reflejada en el espejo situado al pie de la escalera y se

horrorizó al contemplar el mal aspecto que tenía. Aunque no le extrañó del todo.

Durante su estancia en la Ciudadela Real, no se había ocupado de sí misma lo

más mínimo. La apariencia se había convertido en algo irrelevante. Si su belleza

era lo único que atraía a Atticus, prefería no ser bella.

No recordaba la última vez que se había mirado al espejo; hacía tanto, que la

muchacha frágil que le devolvía ahora la mirada le pareció otra persona. Si no

hubiera sido por el reflejo de Hansel detrás de ella, protegiéndola, no habría

creído que esa chica era Evelyn Blackburn.

Tenía la cara chupada, pálida como un fantasma, y su pelo había perdido todo el

brillo. Con ayuda de las luces brillantes que colgaban del techo del gran

vestíbulo, observó lo enferma que parecía. No era ni la sombra de la chica que

había dejado aquella misma casa unos meses antes.

Desde entonces, había perdido mucho peso rebelándose contra el rey y por culpa

del estrés mental y físico consecuencia de su estancia en palacio. Ahora mismo,

Evelyn no era más que un saco de piel y huesos. —¡Oh, Dios...! —La exclamación rompió el silencio que se había instalado entre

Evelyn y Nora—. ¡Mi niña!

Era Lynette Blackburn, la madre de Evelyn, que, al contrario que su hermana,

estaba encantada de volver a ver a su hija. El plato que había comprado en el

anticuario esa misma mañana, con un jardín de manzanos estampado en él, se le

cayó de entre las manos; la delicada pieza de porcelana se hizo añicos al estrellarse contra el suelo.

Pero Lynette ni siquiera se percató de ello. El plato no significaba nada en

comparación con la frágil muchacha que tenía frente a sí. A grandes zancadas,

cruzó el vestíbulo corriendo hacia su hija pequeña para abrazarla. —¡No puedo creer que seas tú! —susurró aferrándose a ella—. Si es un sueño,

Un amor oscuro y peligroso- Almas MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora