Capítulo 8

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Simone

Fingíamos caminar con normalidad mientras nos dirigíamos al lugar donde había quedado con mi hermano. Teníamos que hacerlo con el mayor cuidado posible para que nadie descubriera que Erick había pasado la noche en la zona de las chicas. Tuve que hacer de tripas corazón para despertarlo. Mi timidez quería hacerme huir despavorida pero no tenía más remedio si no quería que fuésemos sancionados. Al menos no me costó mucho despertarle y pude explicarle todo apresuradamente.

―¿Y no te ha dicho nada más tu hermano? ―quiso saber mientras nos dirigíamos al punto común.

―No, no. Ya le aclaré que dormías en la otra cama y que mi compañera no estaba. O sea, que ni habías tenido nada conmigo ni con ella ―dije rápidamente al darme cuenta de que podía sonar raro el principio.

―Pero... ¿No se extrañó porque no dormí allí, verdad?

―No, no me dijo nada. De verdad, no le des más vueltas, mi hermano no te va a echar ninguna bronca por dormir en mi habitación ―le tranquilicé creyendo que aquel era el motivo de su preocupación.

Desde que hacíamos el trabajo sentía que habíamos tenido más acercamiento, pero nunca se me hubiera pasado por la cabeza imaginar que acabaría durmiendo en mi habitación y que mantendríamos conversaciones tan largas, recién levantados, mientras intentaba evitar que fuera pillado. Toda una locura, sin duda alguna.

Mi hermano se nos acercó a paso ligero y se paró en seco al llegar donde nos encontrábamos. Fue inevitable la mirada de reproche que le dedicaba a Erick. Me dispuse a aclararle algo que consideraba innecesario cuando él mismo se adelantó a hablar:

―Vaya, vaya, Erick.... Así que te vas quedando durmiendo en habitaciones ajenas. ¡Y si no me escribe mi hermana ni me entero! ―dijo llevándose las manos a la cabeza de una manera que me pareció un tanto exagerada―. Te juro que pensaba que estabas durmiendo en la habitación ―se encogió de hombros―. Pero tu cama estaba vacía esta mañana ―sentenció.

―Sí, bueno yo.... ―Erick metió las manos en sus bolsillos y parecía nervioso al hablar.

―¡Joder, Simón! ¿Podrías dejar de hablar así? ―Le espeté a mi hermano sin importarme que el chico que tenía al lado me escuchase hablar así.

Mi timidez no era aplicable con mi familia y mucho menos con mi hermano mellizo.

―No dije nada malo ―se encogió de hombros silboteando.

―En fin, ¿os vais yendo ya entonces? No es por nada, pero imagino que él tiene que ducharse y cambiarse.

―Sí, creo que es mejor irme...

―¡Simone! ―Exclamó mi hermano sujetándome los hombros de pronto―. ¿No es esa tu compañera de cuarto? ―Giró suavemente en dirección a donde ella estaba.

―Sí, ¿y qué? Esa tía me importa mil pepinillos en vinagre ―bufé.

―¿Ella es tu compañera? ―intervino mi cantante favorito.

―Sí. Por cierto que me dijo que estuvisteis saliendo un tiempo ―recordé―. Pero por lo que me dijo no fue bien la cosa.

―Sí, eso mismo... Oye, hablamos luego, tengo que ir a cambiarme ―con una corta despedida comenzó a andar, seguido de mi hermano que lo alcanzó rápidamente.

Negué con la cabeza y me marché de nuevo hacia mi habitación, no sin antes dirigir mi mirada a Alma, quien hablaba con algunas personas de cuarto de secundaria.

Una vez en la habitación me tumbé boca abajo en la cama pensando en todo lo que había ocurrido desde la noche anterior: habíamos tenido alguna que otra conversación, me había sentido cómoda haciendo el trabajo con él y hasta habíamos compartido un mismo espacio para dormir. Aunque obviamente en camas separadas. Sentía que había dado un paso enorme, algo que al final me daba un poco de corte si me ponía a pensar en ello. ¿Iba demasiado rápido? Quizás esa no fuese la pregunta correcta. Para él era una simple compañera, y quizás más bien una amiga. Cuando hablaba con mi hermano creyendo que era yo mediante mensajes, parecía más abierto e incluso más atrevido, sin embargo, cara a cara le sucedía como a mí y muchas veces se mostraba más tímido. Pero quizás todo era imaginación mía y simplemente esos mensajes eran en broma, bromas entre amigos.

Me metí en la ducha con aquellos pensamientos en la cabeza mientras aún ignoraba la verdad. 

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¡Hola, hola! Seguimos con la intriga sobre la identidad de Erick y esa peculiaridad extraña de estar en dos sitios al mismo tiempo.

¿Qué os ha parecido la reacción de Simón?

¿Tenéis alguna teoría? ¡Me encantaría leer vuestra opinión!

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

Dos y dos igual a dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora