Capítulo 19

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Simón

Nos encontrábamos sentados en la alfombra redonda que los gemelos tenían junto a la cama. Habíamos apoyado las cabezas en la cama y nos manteníamos en silencio.

―¿Qué pasará cuando tu hermana sepa la verdad? ¿Os iréis de aquí? ―preguntó de pronto.

―Es lo más lógico, pero no te preocupes, la convenceré para que no os delate.

―¿Sabes? Te voy a echar de menos, mucho ―dijo con la voz acongojada.

Me tomé unos minutos para mirarle en silencio, observando cada detalle de su rostro, sin importarme, al menos por unos instantes, que no estuviera siendo disimulado.

―Me hubiera gustado volver a dormir contigo ―dije sin apartar la mirada.

―A mí también ―dijo mirándome a los ojos―. Pero ya es tarde. Hoy os iréis y será la última vez que te vea.

Un suspiro salió de su boca y yo comencé a jugar con mis dedos entrelazándolos en su pelo.

―La verdad es que te dije que no podías dormir en mi cama hasta que tu hermano no hablase con la mía, pero podemos dormir en el suelo ―dije señalando la alfombra intentando ocultar una carcajada.

―Tonto...―Me empujó suavemente en el brazo.

―O en esta cama ―dije señalándola.

―No tengo sueño.

―Yo tampoco, pero podemos tumbarnos.

―¿Ya no me odias? ―me preguntó mientras me incorporaba sentándome en la cama.

―No te odiaba antes tampoco. Estaba enfadado, eso es obvio, pero de ahí a odiar hay un paso enorme. Esas son palabras mayores.

Enzo se sentó junto a mí, sonriéndome.

―¿Y ya no estás enfadado?

―No... ―susurré antes de darle un beso en la mejilla―. Quiero tener un buen recuerdo tuyo antes de irme.

Comencé a llenarle la mejilla de pequeños besos hasta que de pronto nuestros labios se rozaron suavemente.

―Yo también ―susurró justo antes de besarme con intensidad.

Nuestros besos se convirtieron cada vez en más acalorados mientras que nuestras manos jugaban con la espalda del otro a la vez que nos tumbábamos en la cama para estar más cómodos.

―No quiero dejar de besarte ―dijo rozando nuestras narices con dulzura, tumbado sobre mí.

Rodeé su cuello con mis brazos y sonreí ampliamente.

―Yo tampoco ―y dicho esto, volví a aprisionar mi boca contra la suya.

La magia se rompió cuando escuchamos unas voces conocidas cerca de la puerta. Era fácil de identificar la voz de Simone a gritos, dejando su timidez a un lado. El fin había llegado. 

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¡Hola de nuevo! Ya estoy de vuelta con el penúltimo capítulo.

¡Momentos bonitos de Simón y Enzo!

Pero, pero... ¿por qué grita Simone?

¡Se descubrirá en el último capítulo! ¿Cuándo? Dentro de un rato.

Dos y dos igual a dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora