Capítulo 20

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Simone

Tenía una pequeña venganza preparada para mi hermano, pero para ello necesitaba la ayuda de Eloy.

―¿Quieres que crea que estás enfadada y lo vas a contar todo?

―Sí, quiero asustarle un poquito. Pero a tu hermano no le digas nada, ¿vale?

Él asintió y le dediqué una sonrisa.

―Quiero que a partir de ahora nos conozcamos más, Eloy. No quiero conocer al chico que canta que son dos, quiero conocer a quien tengo frente a mí, al chico que me gusta.

―¿De verdad te gusto? ―me preguntó algo avergonzado, posándose el brazo por la nuca.

―Sí, y mucho. ¿Sabes? Mi hermano y yo también os hemos mentido. Me daba vergüenza hablarte y era él quien os escribía los mensajes en vez de yo. Luego me contaba lo que habíais hablado y...

Su risa me interrumpió.

―¿Por qué te ríes? Lo vuestro ha sido peor.

―Es que de eso me río, Simone. Tu hermano siempre habló con el mío. Me gustabas y me daba vergüenza, así que él te escribía los mensajes, aunque ahora veo que se los escribía a tu hermano.

―Espera, espera, ¿dices que te gustaba?

―Sí, eso mismo.

―¿Y ya no te gusto...?

―Aún me sigues gustando, Simone. Y mucho ―me confesó.

Sus palabras hicieron que me ruborizase.

―Yo también quiero que me conozcas, como Eloy. Y quiero conocerte más, ¿qué te parece?

―Genial. Y por lo que dices, mi hermano está coladito por el tuyo...

―¡No sabes la vergüenza que pasé cuando me confundió con mi hermano!

―Calla, calla, ¡pobre Simón! En fin... ¿Vamos al sitio ese donde dices que están ahora?

Él asintió y nos encaminamos allí. Eloy, qué bonito nombre, me había contado toda su historia y el motivo por el que habían jugado a ser uno. No lo justificaba, pero podía entenderle un poco más.

Por el camino nos encontramos con Alma, quien caminaba de la mano con su novio. Le dediqué una sonrisa junto a mi saludo y ella me la respondió. Por fin, mi compañera, y ya amiga, había decidido dejar de ocultar sus sentimientos por razones sin sentido. Aunque en ese momento era yo quien fingía una mentira, y a partir de aquel momento, comenzaría a formar parte de ella.

Cuando estábamos cerca de la puerta, comencé a fingir enfadarme con Eloy, gritándole desproporcionadamente. Fue tal mi poder de convencimiento, que hasta él se sobresaltó.

―¡Y que sepas que hoy mismo el mundo sabrá la verdad!

La puerta se abrió, apareciendo mi hermano con el pelo revuelto y las mejillas coloradas. Me tomó de la mano con rapidez y me metió en el pequeño cubículo. Eloy nos siguió y cerró tras de sí.

Estudié rápidamente el lugar y me enfoqué en interpretar mi papel en aquel paripé.

―¡Simón! ¿Cómo has podido callarte algo así? ¡Sabías que yo era fan de Erick y me lo has ocultado! ¡Has querido que siguiera embaucándome en una farsa!

―Espera, espera, cálmate, Simone ―me pidió.

―¡No me pidas que me calme! ―grité.

―Siento haberte mentido, pero me prometieron que sería Eloy quien te dijera la verdad y...

Dos y dos igual a dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora