Simone
Aquella noche había quedado con Erick para hablar algo muy importante según me había dicho. Solo me había adelantado que aquella conversación cambiaría todo en nuestra relación. Alma nos había dejado la habitación para que tuviéramos tranquilidad, mientras ella se iba de extranjis a la de su novio, donde habían hecho una pequeña fiesta a escondidas del internado. Esperaba que no les pillasen.
Durante una parte de la tarde me había planteado la ropa que me pondría: dudaba entre lo elegante o algo informal. Al final me había decantado por lo segundo. No se trataba de ninguna cita, e incluso si lo hubiera sido probablemente hubiera elegido la segunda opción. Un rato antes de la hora acordada, ya me encontraba preparada y esperando junto a mi escritorio. Me era inevitable tamborilear los dedos sobre la tabla, se me estaba haciendo eterna la espera. Tuve suerte de que él viniera a la hora acordada y no llegase tarde. Cuando entró a mi habitación nos saludamos con dos besos corteses. Le notaba algo nervioso aunque era evidente que lo intentaba disimular.
―Siéntate ―dije señalando la cama mientras yo también me acomodaba allí―. ¿Cómo estás?
―Bien, o supongo ―dijo después de un suspiro mal disimulado.
Silencio.
―¿Tú bien también, verdad?
―Sí, sí.
Otra vez silencio.
―Tengo una curiosidad ―dijo de pronto―. ¿Por qué te llamas Simone en vez de Simona?
―Mi madre y mi padre lo decidieron así ―respondí encogiéndome de hombros―. Pero dudo que ese sea el motivo por el que hemos quedado y estás tan nervioso, ¿verdad?
Erick asintió para después negar con la cabeza.
―No, no es por eso ―dijo al fin―. Tengo que hablarte de algo y aunque parezca una forma de caldear el ambiente o evitar el tema, tiene algo de relación con lo que te quiero contar. O eso creo.
―Si tú lo dices... ―dije encogiéndome de hombros―. Supongo que cuando me lo digas veré la relación.
―Supongo también. A ver por dónde sigo... A veces verás que soy más tímido y otras, más abierto y eso tiene una explicación.
―Ajá...
Observé cómo se llevaba las manos al pelo echándoselo hacia atrás. Era incapaz de ocultar su nerviosismo.
―Recapitulemos entonces ―dijo gesticulando―. Por una parte ―señaló hacia la izquierda con ambas manos―, está mi pregunta sobre tu nombre, podrías haberte llamado Simona pero te llamas Simone, por otro ―movió las manos a la derecha―, te he hablado de que hay una explicación para que unas veces sea de una manera y otras de otra.
―Todo el mundo tiene sus momentos, ¿cómo podría relacionarse con la pregunta de mi nombre?
―Ahí voy. Esto que te voy a contar no puede salir de aquí. Aunque sé que a partir de ahora no querrás saber nada más de mí. En fin, voy al grano. No me llamo Erick.
―Ajá ―dije asintiendo con la cabeza―. Muchos cantantes tienen un nombre artístico.
―Joder, no es eso, Simón. O sea, sí es nombre artístico, pero no es la cuestión. El caso es que... ¡Erick no solo soy yo! ¡Somos dos!
―Ajá.
―¿Cómo que ajá? Vale, es normal, la impresión...
Me mantuve de brazos cruzados con la mirada seria sin decir nada.
―Espera, ¿ya lo sabías?
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¡Hola, hola! Pues ya estamos aquí, con un nuevo capítulo.
¿Qué os ha parecido?
¿Por qué la reacción de Simone? ¿Llevará razón Eloy o simplemente Simone está intentando asimilar lo que le ha contado? ¡Me gustaría que compartieseis vuestras teorías!
¡Nos leemos en el próximo capítulo! (Dentro de un rato)
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Dos y dos igual a dos
JugendliteraturSimone, una adolescente en su último año de instituto, siempre tuvo un arma infalible con la que convencer a su hermano mellizo. Así fue como ambos hermanos se embarcaron en una aventura en la que Simón tendría que ayudarla a conquistar al chico de...