Capítulo 17

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Simón

Enzo y yo caminamos a una especie de almacén que aguardaba en una zona apartada del internado, alejada del edificio. El chico sacó unas llaves y las introdujo en la cerradura. Tras abrir, me hizo un gesto para que pasase delante. Ante mí tenía el hogar donde un hermano u otro vivía cuando el otro fingía ante el resto ser una mentira.

―Bienvenido a nuestro otro hogar ―pasó junto a mí cerrando tras de sí.

Ante mí tenía una pequeña habitación, compuesta por una cama simple, una mesa que podía servir a su vez de escritorio y lugar para comer y una puerta que imaginé que conducía a un cuarto de baño.

―Os lo montáis muy bien, ¿eh? ―dije dándole un suave codazo―. Pero, ¿cómo leches tenéis montado este chiringuito a escondidas de todo el mundo? No tiene lógica...

―Claro que no la tiene, Simón. Se hubiera dado cuenta alguien que trabaje aquí ―me dio la razón.

―¿Entonces?

―La directora es la mejor amiga de nuestra madre ―me soltó antes de sentarse en la cama y señalar con su mano a su lado para que hiciera lo mismo.

―¿Qué? ―pregunté mirándole anonadado―. Enzo, eso no tiene sentido. ¡La directora es vuestra cómplice!

―Siento no habértelo dicho antes, pero has estado muy irascible este tiempo y no había podido contártelo antes. Hoy he aprovechado que has querido ver el lugar donde está el otro mientras tanto... ―dijo encogiéndose de hombros―. Anda, siéntate ―insistió.

Bufé y me senté a su lado con los brazos aún cruzados.

―Me parece muy fuerte todo...

―Todo tiene una explicación. La amiga de mi madre lo sabía antes de ser la directora de aquí. Ella nos ayudó bastante.

―¿Se metió a directora por vosotros? ―pregunté alzando una ceja con incredulidad.

―No, no. Ella era profesora aquí pero aún no era la directora. Mi hermano siempre ha sido muy tímido y le encantaba cantar. Y le encanta, igual que a mí ―me aclaró lo evidente.

―Imagino.

―Cuando tenía once años fui de público a un concurso.

―Esa historia me la sé, mi hermana la ha contado mil veces. Ahora sé que el chico ese eras tú, el que cantó con aquel adolescente.

―Sí, sí. Veo que tu hermana te tiene bien informado. El caso es que la gente empezó a hablar de ese chiquillo que había salido del paso, aquel desconocido, porque al no ser el que debería de haber cantado, mi nombre no lo tenían. Eso jugó a nuestro favor. Durante meses, traté de convencer a mi hermano por activa y por pasiva que dijera que había sido él, que mintiera y así tendría una puerta abierta, y quizás así, con su timidez, tendría una parte ya hecha. Pero él no quería, no se atrevía.

―¿No quería mentir en eso pero luego mentisteis ambos haciéndoos pasar por uno? Un poco raro eso...

―Deja que te siga contando, anda ―me pidió y asentí.

―Él en ese tiempo había tomado de referente lo que pasó aquel día y comenzó a componer una canción, la que luego sacó en el nombre de Erick. Fue difícil de convencer pero lo conseguí. Mi familia influyó mucho para que eso sucediera, no fue solo cosa mía, la verdad. El caso es que decidimos convertirnos en uno y venir a estudiar aquí como uno. Ahí la directora aún era profesora pero nos ayudó mucho.

―Veo muy resumido todo y muchos cabos sueltos. ¿Y la gente que os conocía de antes?

―Eso me pregunto yo, es sorprendente porque la gente por subirse al carro hace lo que sea, y sin embargo, no sucedió. Aunque es verdad que perdimos contacto con nuestros compañeros y amistades de ese entonces. No dijeron nada para exponernos, pero se alejaron ―dijo pensativo.

―Estarían decepcionados, ¿no crees?

―Es lo más lógico. Pero yo quería que mi hermano pudiera triunfar, y él no quería hacerlo solo, me necesitaba.

―¿Y no hubiera sido más fácil haber sido vosotros dos, como dos cantantes?

―Sí, pero lo hecho ya está hecho, no se puede retroceder en el tiempo. Con el pasar de este, la mentira se fue haciendo cada vez más y más grande, convirtiéndose en una gran bola enorme imparable. Pero supongo que a partir de ahora esta estallará y todo saldrá a la luz.

―¿Habrán hablado ya? Mi hermana me va a odiar por haberle ocultado la verdad...

―Hablando de eso... ―Enzo me miró guiñándome un ojo―. Mi hermano me contó sobre lo que pasó en el pasillo, cuando le confundiste conmigo.

De pronto sentí mucho calor en mi cara y comencé a abanicarme.

―Olvida lo que te dijo, anda ―dije avergonzado.

―¿Y por qué lo tendría que olvidar? A mí me hubiera gustado recibir esos besos en la cara ―dijo mirándome a los ojos. 

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¡Hola! ¡Ya está aquí el segundo capítulo de la noche!

¿Qué os ha parecido? ¿Qué opináis de cómo se convirtieron en Erick?

Vaya, vaya, ¡Enzo no quiere olvidarlo!

Bueno, quedan 3 capítulos. Seguramente los tres los subiré el miércoles. Se acerca la recta final. ¡Os espero!

Dos y dos igual a dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora