Una vez se alinearon los planetas para abrir la brecha entre los dos mundos, con una esfera caída del cielo, Oh MinGyu se encuentra con la persona menos oportuna del todo el multiverso: un amigo y un primer amor.
Para su suerte, fue Choi Soobin qui...
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“No podemos estar juntos” dijo él Sol a la Luna en un ligero hilo de voz. “Somos de mundos distintos, conmigo es de día, contigo es de noche”.
La Luna quizo romper en llanto en ese instante, aún queriendo permanecer a su lado. “Cuando te toco, te lastimo. Cuando te acercas me siento abrumado por tu frialdad”. «Excusas» pensó ella inevitablemente; sin embargo rendirse no estaba en sus planes, dejarlo ir sería demasiado doloroso para su ser. Se acercó hasta él, susurrando con un nudo en su garganta:
“Tú me haces brillar, como nadie lo había hecho jamás”confesó. “Pero si lejos te quieres quedar, lo aceptaré. Podremos ser de mundos distintos pero cruzaré la línea que nos separa algún día para poder encontrarte y volver amarte”.
Él Sol sabía que eso era imposible, lo último que deseaba es que saliera lastimada, pero su promesa le dió las esperanzas que necesitaba. Desde ese entonces, Luna coloca una estrella en el cielo para poder crear un puente y llegar hasta él. Y él Sol aunque no pueda tocarla más, permanece desde lejos haciéndola brillar.
Soobin escuchó el cuento que su madre le había contado antes de dormir, y como si fuera la primera vez abrió su boca sorprendido, abrazando su oso de peluche. Miró por su ventana las estrellas en el cielo, recordando las palabra que Luna había dicho.
“Cruzaré el otro mundo para encontrarnos, una vez los planetas se alineen volveré amarte una y mil veces más”
Aquel pequeño niño pronto crecería, y entendería las palabras que Luna le dijo a Sol.
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Lunes 5 de Abril del 2021
—¡Mamá debo irme!.
Los pies descalzos de Soobin bajaban las escaleras en grandes zancadas, gracias a sus piernas largas saltaba dos escalones con cada pie. Llegó al final del barandal casi cayéndose, y giró a su izquierda cruzando la sala de estar hasta llegar a la isla de la cocina.
—No olvides llevarle los medicamentos a tu abuela, cariño —la voz melosa de su madre hizo que la mirara, y a la par le dejó la bolsa en la mesa del comedor—. Hasta luego, cuidado con los autos.