Una vez se alinearon los planetas para abrir la brecha entre los dos mundos, con una esfera caída del cielo, Oh MinGyu se encuentra con la persona menos oportuna del todo el multiverso: un amigo y un primer amor.
Para su suerte, fue Choi Soobin qui...
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Los alardidos de su madre eran más frecuentes cada vez, pero no se inmutaba ya. Ver por la ventana del tercer piso en el Hospital, y la llovizna que hacía afuera con el cielo nublado, le eran más relevantes. Apretó ligeramente en un puño su camisa, sin dirigirle la mirada ni una sola vez.
«¿Ella es mi madre? ¡Debe ser una broma!»
—Aigo, aigo —suspiraba golpeando su pecho—. Es la cuarta vez esta semana Soobin-ah, ¿no puedes simplemente quedarte en tu habitación y sanar correctamente? ¿¡Por qué estas intentando escapar!? ¿¡Por qué!? —gritó con fuerza llamando la atención de las enfermeras.
Soobin no le contestó, reteniendo las lágrimas en sus ojos. Remojó sus labios agachando la mirada, se sentía prisionero, no podía salir de su habitación sin permiso de su madre y eso le molestaba, ¿cuándo se volvió tan controladora? Ella no era así, ella... ah, es verdad. La Park Seun-Na que recordaba era solo la de su mente, la que él había creado en su mundo ficticio. Aceptar su vida era tan... difícil.
—Cariño, por favor tranquilizate. Déjalo, no seas tan estricta con él —intentó calmarla, tomandola del hombro.
—¿Cómo puedo tranquilizarme si está corriendo riesgos? ¡Lo único que necesita es quedarse con sus padres!. Yo no crié a un mocoso irresponsable, ¿¡acaso no sabes lo preocupados que estuvimos estos últimos años!? Y así nos lo agradeces —lloriqueó. Soobin sintió sus palabras como una queja hacia él, haciendolo sentir mal—. Eres diferente, mi Soobin intentaría comprender a sus padres.
—¡Mamá! —exclamó harto, girandose a verla en aquella silla de ruedas— ¿¡Cómo espera que actúe después de saber que toda mi vida fue una mentira!? ¿No sabe lo difícil que es para mi procesar todo esto aún? Yo no soy el que debería comprenderlo, tú también... eres diferente a la madre que recuerdo —susurró lo último, alzando la comisura de sus labios para dejar de llorar.
Seung-Na se quedó callada ante las palabras de su hijo, ¿estaba siendo demasiado dura con él? Era solo que le preocupaba que él los dejara, había perdido cuatro años de su vida, en esos años pudo haberlo terminado de criar hasta que se volviera un adulto. Lo hubiera visto disfrutar de la escuela secundaria con sus amigos, y verlo entrar a la Universidad. Pudo haber llevado una vida normal, y no estar metido en este enrollo. Si tan solo, no hubiera tenido ese accidente.
Soobin jamás le había alzado la voz a su madre, pero estaba lleno de emociones retenidas. Por alguna extraña razón se sentía ajeno a ellos, un completo extraño. Es como si su madre ya no supiera lidiar con él, ¿era eso lo que causaba el estado de coma? Distanciarte de tú familia. Seung-Na se quedó callada haciendo un puchero con sus labios, tomando la decisión de ya no discutir con él. Su esposo, colocó su mano en su antebrazo para sacarla de la habitación, sin quitar la mirada de su hijo. Soobin no se molestó en detenerlos, dándoles la espalda. Apenas escuchó la puerta cerrarse, su llanto salió a la luz. Sus labios comenzaron a temblar, acompañado de un nudo en la garganta.