_Secreto #1_ Mis Recuerdos.

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Emma.


—Quiero que seas feliz, Emma— esa voz en mi cabeza resuena una y otra vez. Observo a mi alrededor tratando de encontrar su procedencia, chocando con un vacío e infinito negro.Miro mis manos asustada y empiezo a temblar por la insaciable voz que se vuelve más y más fuerte. Sudo frío cuando lo veo salir caminando entre las sombras, saludándome como si nada.


Su cálida sonrisa hace que involuntariamente la comisura de mis labios se curve y lo observo de pies a cabeza preguntándome: ¿Qué hace él aquí?


A pasos lentos se acerca hacia mí, retrocedo pensando en todo el daño que le he hecho, recordando esos momentos tan íntimos que tuvimos en la playa, donde a duras penas logré despedirme antes de que me entregara a la policía.


Veo el temor en mis ojos cuando se inclina llegando a mi altura y con esa típica mirada zafiro oscura me dice:


—Te amo, Emma...


Abro los ojos de golpe y me estrello con una blanquecina pared. La adrenalina recorre todo mi cuerpo cuando evalúo mi alrededor encontrando alguna falla de realidad. 

Unos pocos medicamentos en la mesita de noche, la cama con sábanas blancas y la ventana donde suelo cantar cuando pienso, hacen que suelte un suspiro cansado y cierre los ojos abatida.

—Solo fue un mal sueño—digo tranquilizándome en el acto. Ya ha pasado bastante tiempo desde la última vez que tuve un episodio así. Me reincorporo para observar mi mesa de noche, unas pequeñas pastillas junto a un vaso con agua me hacen recordar que a las 9:00 am viene la enfermera a verificar mi estado. Suelto mis sábanas lo más rápido que puedo, incorporándome en el acto al mirar el reloj marcando las 8:58.


Mis ojos viajan al cajón donde guardo todas las pastillas que me han dado y no lo pienso dos veces antes de tomar las pastillas sobre el mesón y esconderlas ahí.


—¿Otra vez las guardarás?— me reincorporo asustada para mirarla, sentada en mi cama con dirección a la ventana. —Sabes que eso te meterá en un lío, debes dejarme ir, Emma— suspiro perdida en mi propia cabeza antes de sentarme junto a ella y masajear mis sienes, abrumada.


—No puedo dejarte ir, eres como una pequeña parte de mis recuerdos.— la veo de pies a cabeza, sus ojos idénticos a los míos, su ropaje negro y sus típicos zapatos deportivos, junto a la seriedad que hay en su rostro me impresionan.


"Con que así era de bonita de joven"


—Cállate, no somos bonitas, por algo estamos aquí metidas-....Escucho la puerta tocando varias veces, respiro profundo antes de levantarme de la cama e ir a atender. Abro en el acto, visualizando a una chica de tez blanca y ojos azulados que me mira con una tétrica sonrisa falsa.


—Buenos días señorita Wilson, ¿Cómo se encuentra hoy?— su tono tan limpio y puro me provoca náuseas, antes de lanzar una dura carcajada y dirigirme a pasos lentos hacia mi ventana.


—Te salió mejor que la última vez, Madi— le digo divertida recostándome en el borde del ventanal que da vista al océano.

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