11. hold on, I'm coming.

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Gia se encontraba en su habitación, acostada en su cama, mientras veía i know what you did last summer, la neoyorquina no había visto a nadie más que a Sophie en los últimos días, le daba vergüenza, había hecho una escena en el bowling.

Una particular punzada en su pecho, se hizo presente una vez que recordó la expresión de Pearce cuando le habló cómo lo hizo, se acurrucó más en las sabanas, intentando ignorar sus pensamientos y enfocarse en Sarah Michelle Gellar huyendo del asesino.

-No entiendo porqué no eres final girl nunca- susurró para sí misma, ensimismada en la película, sus ojos sin querer se desviaron de la pantalla de la laptop, para mirar en su escritorio, el móvil de caracolas, casi listo.

Supuso que ya no podría entregárselo.

Sophie quiso convencerla para que hablara con Pearce, pero ella se negó, de todas formas no había sido para tanto, sólo tuvo un arrebato de estrés.

-Si, pero aún así, Pearce merece una disculpa- le había dicho la morena- sabes que es así.

Si lo sabia, pero no se sentía lo suficientemente valiente para intentarlo, tenia miedo, no quería ser como Sophie y Milo, que mantenían una retorcida relación tóxica porque eran muy dependientes cómo para entender que algunas veces, es mejor dejar ir.

Ella debía dejar ir el sentimiento por Pearce, porque nada bueno saldría de ahí. Cuando la película terminó, se quedó unos minutos eternos en la cama, para luego salir y ponerse un sweetpants, tomó su móvil, para salir de la habitación.

Sophie, como es costumbre, se encontraba con Milo en algún lugar de Los Ángeles, la neoyorquina se vio en el espejo y sintió una genuina necesidad de tinturarse de una vez por todas el cabello, así que, tomó su bolso, se puso sus zapatos y salió de la casa.

Caminó hacia una farmacia, no le importó el calor de los ángeles ni el tener que caminar muchos kilómetros, solo por una cajita de tinte. Grecia estaba "mejor", lo que en términos de enfermedad terminal, significa "menos jodida". Entró al local, dirigiéndose al pasillo donde estaban los tintes.

-Castaño oscuro o negro- se preguntó a si misma, mientras sus ojos repasaban las cajitas de cartón. Tomó decidida el color más oscuro- ¿que es lo peor que puede pasar?

En la fila para pagar, abrió el imessage con la intención de escribirle a Pearce, pero no se sentía tan valiente, borró una y otra vez palabras, disculpas, sentimientos estúpidos, no pudo formar un mensaje, por lo que simplemente lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

[...]

Gia miró su cabello negro, tocó un mechón mientras abría mucho los ojos con nerviosismo:-¿Qué mierda acabo de hacer?

Era algo que quería hace mucho, pero quizás debió haber ido a un salón de belleza, no se veía mal pero por alguna razón no se sentía bien, sabia que no era solo su físico, su cabello mal tinturado, ni mucho menos la lejanía de su familia, eran las palabras de Pearce que aún estaban en su mente.

Nadie gana, ninguno gana.

Quiso tomar el móvil, escribirle un mensaje, llamarle pero cuando intentaba escribir algo decente, terminaba borrandolo, tirando el teléfono a una esquina de su cama. Frustrada pasó una mano por su cabello.

Miró hacia el teclado que su padre le había enviado, no era su piano, claramente era imposible y no valía la pena enviar un piano, cuando su estadía ahí era temporal. Tomó de nuevo su móvil, esta vez colocando la grabadora.

Hacia un tiempo que no le enviaba canciones a su hermana mayor, era una costumbre un poco tonta que tenían, ambas grababan cortos pedazos de canciones y se los enviaban. La pelinegra se acomodó frente a su teclado, pensando en que cantar.

Deja vu 《Pearce Joza》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora