17. where's my rosmary goes.

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-But the love grow where's my Grecia goes...-  cantó Gia mientras que su hermana sonreía a través de la pantalla, su espeso cabello rubio ahora era un poco menos, y su rostro usualmente bronceado, ahora estaba pálido, resaltando sus ojos azules.

Gia la había pasado mal desde esa última conversación con Pearce, sus amigas no le hablaban, y básicamente, ella y Milo eran enemigos públicos. Suspiró cuando terminó de cantar.

-Extrañaba escucharte cantar- dijo Grecia aplaudiendo, la chica estaba en el hospital, en su consulta- ¿cómo estás? hace mucho que no hablamos.

Gia suspiró otra vez.

-Estoy bien- contestó sin darle importancia- digo, es genial estar en Los Angeles, el clima es... lindo, supongo.

-¿Cómo están las pasantías? ¿Y Sophie?- Gia sintió una punzada en su corazón, se encogió de hombros - ¿que pasa?

-Las cosas están raras entre nosotras- dijo sencillamente- supongo que todo es un gran mal entendido, después me arreglo con ella.

Grecia asintió sin estar muy convencida:-He visto todo lo que subiste con Milo. ¿Ahora tienes algo con el?

-Es una larga historia, Grecia- confesó Gia- es difícil de explicar y no quiero hablar sobre eso.

Grecia suspiró.

-¿En qué lío te metiste, G?- susurró como si estuviera preocupada.

-No tienes que preocuparte por mi, lo tengo todo controlado, ¿de acuerdo?- respondió a la defensiva- puedo resolverlo yo.

Su hermana mayor la miró con una expresión difícil de descifrar, ella alzó las cejas en busca de una respuesta.

-Está bien, confío en que puedes resolverlo por tu cuenta- dijo Grecia, Gia asintió- debo irme, el doctor vendrá el cualquier momento. Te amo mucho.

Gia sonrió, llevando la punta de dos dedos a sus labios y luego señalando hacia la pantalla con ellos.

-Te amo mucho, Grecia- su voz no se cortó, solo porque sabía que su hermana no soportaba que estuviera triste. Terminó la llamada y tomó su móvil para revisar sus mensajes.

Milo: ¿quieres ir a comer?

Gia: claro, pero tú
invitas

Milo: taco bell?

Gia: obvi

Milo: paso por ti en cinco

La neoyorquina se puso de pie, tomando su bolso y guardando ahí las cosas que usualmente llevaba para salir, se maquilló un poco, bajó las escaleras, pero no había rastro de Sophie, supuso que estaba en su habitación. Decidió salir en silencio, esperando a Milo afuera en el porche.

Al cabo de unos minutos, el tesla negro aparcó frente a la fachada, la chica subió apresurada, saludando con un beso en la mejilla al pelinegro.

-Hey, ¿cómo estás?- preguntó Milo, mientras conducía hasta el taco bell favorito de Gia. La neoyorquina se encogió de hombros.

-Bien, hoy hablé con Grecia- contó. Después de un rato, ya se sentía de buen humor, era algo mágico en Milo, tenía una vibra que podía mejorar la de cualquiera y Gia se daba cuenta de ello.

Ordenaron y se sentaron en una de las mesas para comer, todo estaba bien, hasta que, cuando estaban a punto de terminar su comida, Pearce apareció por una de las puertas dobles, Gia prestó atención con quién venía, pues se trataba de nadie más y nadie menos, que de Sophia Strode.

Deja vu 《Pearce Joza》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora