Scourganic Flufftober 2021 *Censurado*

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—Se le ha hecho tarde.

Sus ojos de color celeste veían tristes por la ventana de aquella cafetería que se había vuelto famosa y recurrida debido a su tan singular forma de unir parejas.

Scourge bebía una taza de café mientras esperaba paciente a su cita de ese día. Después de tantas propuestas fallidas, rechazos y un poco de situaciones amargas, Manic aceptó salir con él.

Ese día se había despertado de lo más feliz, se vistió con sus mejores ropas y se perfumó. Desde hace mucho tiempo atrás quería pasar tan solo un día con el chico que le gustaba. Pero, todo parecía que quedaría plantado.

Habían pasado un poco más de treinta minutos y su cita no aparecía por ningún lado. No quería sentirse mal se daba ánimos a sí mismo.

—Quizás solo lo hizo para hacerme sentir mejor —se consolaba; no quería permanecer en el lugar si aquel chico no aparecía.

Por última vez vio con mucha pesadez la ventana; abrió los ojos al ver que Manic corría como si no existiera un mañana. Entró despavorido a la cafetería, se notaba que no se había alistado. Efusivo buscó al erizo verde y lo vio.

—¡Lo lamento! —se aproximó respirando agitado—. ¡Dije que tomaría una siesta y se me pasó el tiempo! —lentamente comenzó a ordenar sus flequillos—. No planeaba dejarte plantado. Espero no haberte hecho esperar mucho —tomó asiento mientras hablaba agitado.

—Creí que tú... bueno...

—De verdad lo siento. Cuando me dijiste que vendríamos a este lugar me emocioné mucho —Manic veía maravillado aquella pequeña cafetería—. Es mucho más bonita de lo que me dijeron.

—Me imagino que así fue; me han contado que tiene vibras mágicas o algo así —Scourge sonrió amargamente. Iba a proseguir hablando, pero llegó una camarera a anotar sus órdenes.

—¡Que hermosa pareja tenemos aquí! —exclamó ella viéndolos—. ¡Si me permiten les puedo sugerir algunas elecciones de la casa o les gustaría una sorpresa! —les ofrecía.

—Solo somos amigos —le corrigió Manic con pena y sonrojándose.

Scourge dejó caer su cabeza a la mesa, esas palabras le dolieron.

—Tomaré una sorpresa de la casa. ¿Manic qué te parece? —le habló sin levantarse.

—Lo que sea estará bien —mencionó Manic riéndose, aquello le fue incómodo.

La camarera apuntó el pedido, se alejó mientras le gritaba al cocinero la orden.

—Somos amigos... —le preguntó Scourge levantando el rostro—. ¿Solo amigos?

Manic permaneció en silencio; terminó de arreglarse las púas, pero le incomodaba la mirada de Scourge.

—Deja de verme así —le pidió avergonzado.

Scourge se recostó sobre la mesa.

—Hasta cuando me darás la respuesta —le dijo encantado de verlo de ese modo; con cuidado dirigió su mano para tomar la mano del erizo.

Manic negó.

—No me presiones... —le respondió sintiendo su mano prisionera.

Al poco tiempo llegó la chica cargando una bandeja.

—¡Su pedido, espero que lo disfruten!

Manic se soltó de Scourge. Su mano tomó una de las tazas puestas sobre la mesa. Hace algunos días, el erizo delante de él se le había confesado y le pidió una respuesta. No pudo decirle nada en ese entonces.

—¡Por Caos! —dijo sorprendido—. ¡Esto es delicioso!

Scourge sonrió al verlo feliz, pero de nuevo aquella alegría desapareció; aún no le daba una respuesta. Manic veía a su alrededor algunas parejas dialogaban, otras se besaban y eso le hizo sentirse culpable.

¿Ocultar sus sentimientos solo por el hecho de no querer ser dañado lo volvía un pésimo ser?

Scourge no merecía sufrir de ese modo, pero tampoco le era tan fácil abrirse emocionalmente a él. Y estaba consciente del daño que le ocasionaba su silencio. Pero, estaba cansado de retraer sus emociones.

¿Podría ocultar por más tiempo lo que tanto anhelaba?

—Oye —le llamó entre susurros.

—Dime... —le dijo viéndole.

—Solo tienes una oportunidad —le contestó sonrojado y alejando la mirada del erizo.

¿Había escuchado bien?

Automáticamente, el rostro de Scourge cambió a uno de emoción incontenible. Quería abrazarlo y besar toda su cara pero se detuvo. Aspiro para disipar aquella alegría, tomó la mano de Manic y le sonrió.

—¡Te prometo que no te defraudaré! —mencionó.

Manic se mantuvo sereno.

Quizás aquello no iba a ser tan malo como pensó.