"Cafetería"

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Kojiro retuerce los dedos bajo la mesa, sobre su regazo. Siente todo el cuerpo temblar y sólo puede rezar para que no sea notorio. Trata de mantener la mirada en el menú frente a él, pero siempre termina desviándola hacía un mesero en particular. Kaoru se mueve de aquí para allá, atareado con los pedidos. En una de las vueltas se acerca y se deja caer en la silla a su lado, suspirando cansado. Estira las piernas, dejando que la bonita falda se levante más allá de lo debidamente necesario. Kojiro traga. Bendita sea la suerte por haber elegido a su mejor amigo, benditos sean sus compañeros por haber votado por la temática de Cafetería de Maid para recaudar fondos para la escuela. Estaba a punto de llorar de felicidad.

—Maldita sea, estoy exhausto

—Bueno... el negocio está prosperando, eh —trata de bromear, pero está tan nervioso que la voz le sale chillona al igual que la risa que suelta.

Recibe la mirada entornada de Kaoru.

—Vete al diablo, imbécil descerebrado —hace ademán de ponerse de pie pero Kojiro le detiene tomándole de la muñeca. Kaoru vuelve a sentarse.

—Lo siento, lo siento. Prometo que cuando nos graduemos pondré mi propia cafetería de maids y tú trabajarás para mí. Seremos ricos en poco tiempo

—¿Estás listo para ver cómo se me declaran cientos de tipos? Hoy recibí más declaraciones que tú en todo el ciclo escolar

—¿Qué?

—Debo admitir que hubo uno que otro al que me dolió rechazar. Pero si sigues comportándote como un montón de músculos redefiniré mis opciones —provoca, con una sonrisa y tono de voz malicioso.

—Oye, oye, ¡no! —Suena más desesperado de lo que le gustaría, pero no podía soportar la idea de que Kaoru terminará con su relación de poco menos de 4 meses, con tanto trabajo que le costó confesarse.

—Obviamente es broma. Si te dejara te haría un favor. Y yo no hago favores. Además, ¿qué demonios harías sin mí? —Acerca su rostro al contrario, sonriendo de lado.

Kojiro le mira los labios, específicamente a ese piercing que siempre gustaba de morder, jugar con la lengua y a veces hasta jalar un poco. Kaoru era intimidante, y por esa misma aura que desprendía de chico inalcanzable tardó tanto tiempo en declararse, aún cuando Kaoru siempre le decía que él mismo le daba señales de que también gustaba de él. ¡¿Cómo demonios iba a saber que los golpes y mordidas que recibía eran un tipo de coqueteo mal sano por parte de su mejor amigo?!

Aunque Kaoru haya pronunciado aquellas palabras, ambos eran conscientes que Kojiro era mucho más importante y esencial en la vida de Kaoru que al contrario. Pero no lo dirían en voz alta, mucho menos si aquello provocaba en Kaoru más inseguridades de las que ya de por sí soportaba.

—Bueno, tengo qué volver al trabajo. Esa casita en Italia que tanto soñamos no se pagará sola —se levanta para continuar con su jornada. Tres horas más de esa tortura y podría irse a recorrer el festival de la mano de su novio, siendo envidiado por todas las chicas de todos los grados.

—¡Oye! —Kojiro vuelve a detenerlo, está vez abandonando su asiento —. Estaré esperándote aquí, ¿bien?

Cuando recibe la señal afirmativa, Kojiro acerca su mano a su rostro para poder acunar esa mejilla pálida que se va volviendo rosa ante su delicado todo. Acaricia el pómulo con el pulgar, deleitándose con las pequeñas pecas que sólo podían apreciarse a muy corta distancia. Se humedece los labios con la lengua antes de acercar su rostro al contrario y dejar un beso pequeño, tierno y lleno de amor en los labios del otro. Kaoru se queda sin aliento al instante, esos besos eran sus favoritos, pues realizaban su cometido: hacerlo sentir amado, deseado y especial.

Al separarse, el bochorno aumenta, pues los ojos de Kojiro se han oscurecido, pero había un brillo peculiar, uno que conocía a la perfección y provocaba que su corazón sufriera taquicardia.

—Te amo —pronuncia por lo bajo en una exhalación.

Kaoru no sabe qué decir, qué hacer. Quiere renunciar al estúpido festival y ser arrastrado a la casa de Kojiro para meterse bajo las mantas y besarse hasta que sus cuerpos reaccionen de una forma vergonzosa y placentera.

—Yo... —los labios le tiemblan, no puede pronunciar nada. Sabe que tiene el rostro enrojecido.

Como no puede controlar la vergüenza, hace lo mejor que le sale, utiliza la violencia. Eleva la pierna y acerta una patada en los genitales de Kojiro, dando media vuelta y regresando a las responsabilidades que le han asignado por obligación. Kojiro se dobla sobre sí mismo hasta quedar de rodilla en el piso, aprisionando sus dos preciadas bolas. Mira de soslayo a la mesa de tipos que cuchichean entre sí, esos tarados que han estado mirando a SU Kaoru de forma lasciva, como si con esa mierda fueran a recibir atención de ese vándalo que acaba de machacar a sus hijos. El dolor valía la pena si todos se enteraban que ese bonito chico rudo ya tenía a quien golpear.

FluffTober 2021 - Matchablossom VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora