Inmortales

Capítulo II

—¡Maldita sea, maldita sea! —se repetía una y otra vez la joven en tanto andanba. Estaba tan abrumada por los acontecimientos del día como para encima lidiar con la metida de pata que acababa de dar.

—¡Infiernos! —Había enviado a la mierda todo lo que le habían enseñado desde que tenía uso de razón... si ese majestuoso hombre que constantemente se situaba frente a ella, no era un humano, tampoco un vampiro ... porque no vio colmillos, ni sus ojos enrojecidos ...bien podía ser un ser místico o quizás un milenario cazador que viajaba en el tiempo ... la pura idea le causó escalofríos.

—¡Tú me ves!. ¡Tú me escuchas!

–No, no lo hago –replicó ella de forma automáticamente tonta... <<¡Genial, la cagaste una vez mas!>>...<< ¡eres una cabezota! >> —Cerró su boca con tanta fuerza que sus dientes rechinaron, abrió la puerta del auto y subió rápidamente. Encendió el motor, lo puso en marcha y se alejó del lugar a alta velocidad... tenía que perderlo de vista a como diera lugar.

Con la respiración agitada por lo que acaba de sucederle, la joven atravesó apresuradamente la sala de estar de su enorme y solitaria casa en total oscuridad, ingresó a la biblioteca y extrajo de uno de los estantes un libro... necesitaba distraerse en algo para relajar su mente y pensar con claridad lo que debía hacer.

<<No es un fantasma>> —se repitió para si —<<de serlo, a esta hora estaría aquí... es probable que lo que sucedió hace unos minutos, en realidad no sucedió y que todo es producto de mi imaginación... eso es... mi mente me ha jugado una mala pasada —suspiró —solo estoy frustrada de andar de aquí para allá... eso es todo>> —con aquel pensamiento en mente, colocó el libro en su sitio y se dirigió a las escaleras —sonrió. Cerró los ojos, extendió las manos a sus costados y aleteó las muñecas y en menos de tres segundos estaba en la planta superior... no solía hacer aquello cuando se encontraba en New York, prefería actuar como una humana más... pero la verdad, se sentía tan cansada como para subir las escaleras como regularmente lo hacia.

Tras tomar una ducha, y luego de vestirse, se desplomó en la cama, fijó su mirada en el techo y suspiró; cerró los ojos y al hacerlo recordó aquel seductor hombre producto de su imaginación ... la verdad tenía que serlo, era endiabladamente encantador —abrió los ojos y se prometió a si misma que borraría aquel episodio de su mente, dejaría de renegar de su naturaleza y se prepararía para regresar a casa.

Una hora y media mas tarde, decidió salir de la cama e ir por su auto.

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El príncipe de los vampiros se quedó en shock que olvidó por completo que solo bastaba cubrirse con su capa negra y estaría dentro del auto que acababa de desaparecer de su vista  —¡Arggg! —gruñó —todo era culpa de su maldito pene... el muy granuja había actuado por su propia cuenta, abrumándolo de tal manera que su estúpido cerebro fue incapaz de coordinar un claro pensamiento.

Los humanos eran realmente unos incompetentes e idiotas seres incapaces de tener el control sobre su propio cuerpo, no podían usar el cerebro y el pene al mismo tiempo, debían escoger uno u otro —bufó —si hubiese estado en  su condición natural, habría controlado la lujuria pero en aquel cuerpo mortal, era una labor titánica e imposible ... estaba excitado hasta la médula... la lujuria era mucho más intensa, y en ese momento, su cuerpo era esclavo del parecer... se sentía como un maldito semental con un deseo intenso de aparearse con su hembra.

Cuando finalmente se recuperó, se cubrió con su capa negra y se transportó en distintas direcciones hasta que encontró el auto en un callejón oscuro, pero no habían señales de su dueña. Golpeó con fuerza el bumper trasero y maldijo por aproximadamente cinco minutos en todos los idiomas habidos y por haber. Una humana lo había visto y oido... y él no fue capaz de retenerla. Con la cólera creciendo en su interior, se sentó sobre el techo del auto, y maldijo una vez mas su limitación humana...