Capítulo V

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Cinco condenados días habían pasado desde que Terry la acompañaba a todas partes que se dirigía. Durante todo ese tiempo, Candice tuvo que soportar todo tipo de comentarios ridículos dirigidos a él. La habían llamado cuñada e incluso se habían atrevido a llamarla suegra, aquello era el colmo.

Terry reía cada vez que su rostro se tornaba de un rojo escarlata. Hubieron momentos que creyó que ella saltaría sobre alguna de las mujeres que lo piropeaban, en especial sobre quienes la llamaron suegra.

—Puedes dejar de burlarte de una maldita vez o te juro que te sacaré los ojos frente a todos.

—Dudo mucho que quieras terminar tus días en este mundo alejada de los tuyos

—Si ese es el precio que debo pagar para no escucharte, créeme que no me importará permanecer en este mundo lejos de ellos.

—Creí que tenías mas sentido del humor, Pecosa.

—Mi nombre es Candice, no pecosa —golpeó la mesa con fuerza, llamando la atención de las personas que se encontraban sentadas cerca de ellos.

—Está bien, está bien, ya lo entendí cariño, te ofrezco una disculpa —respondió él tomando su mano y depositando un beso en su dorso de manera caballerosa.

—¿¡Que demonios!? —Candice se puso mas que furiosa e intentó quitar su mano.

—Lamento el espectáculo —Terry sonrió de manera encantadora dirigiendo su mirada azul a las personas que los observaban —ya saben, una pequeña discusión de pareja.

–¿Es que nunca me dejarás en paz? —preguntó ella entre dientes. Desde que Terrence ingresó a la base de datos de la Universidad y se inscribió como un estudiante de cambio no la dejaba ni a sol ni sombra —¿Pretendes torturarme para obligarme a hacer algo que no deseo? .. no lo haré, así que, mátame y acabemos con esto de una maldita vez.

—Todo está a tu alcance y tu poder está dentro de ti —Terry besó nuevamente el dorso de su mano.

—No juegues al filósofo conmigo, porque de una vez te digo que no funcionará.

—Sabes Candice, tu mente subconsciente tiene el poder de crear tu realidad. Sin embargo es subjetiva, no piensa ni razona, no distingue entre lo bueno o lo malo, simplemente acepta lo que recibe a través de tus pensamientos y crea la realidad que experimentas. —acarició el dorso de su mano

—¡Aja! —replicó ella fingiendo indiferencia. El solo tacto de su mano la estaba matando.

–La brutalidad es el refugio de una mente torpe, Candice. Humanamente hablando, existe una manera para que estos seres inferior a nosotros se puedan convertir en los dueños de sus propios destinos, pero son tan tontos que ignoran el poder que tienen aquí —tamborileó el dedo índice en su sien —y tú te estás comportando como uno de ellos —la miró —la verdad es un tanto decepcionante —suspiró —actúas con coraje, tienes confianza en ti misma, eres competente e inteligente, pero careces del ingrediente principal —chasqueó su lengua —permites que tu mitad mortal domine tus sentidos y eso es lo mas patético que puedes hacer. Si fueras 100% inmortal, distinguirías entre pensamiento e impulso. Pero no te culpo, en este corto tiempo atrapado en este cuerpo mortal, he experimentado miedo, y he hecho cosas impulsado por la rabia... pero ten por seguro que si estuviera en mi naturaleza inmortal sabría controlar mis pensamientos, mis palabras, mis acciones, podría además hacer muchas cosas que no hago en este momento y no me refiero a la ley de atracción... "En lo que piensas, te conviertes, lo que sientes, lo atraes, lo que imaginas, lo creas" —recitó —sino a tener el control total de si mismo.

—¡Genial!, ahora además de soportar tu compañía tengo que aguantar tu cátedra de vida ¡oh gran maestro! —sentada en donde se encontraba, Candice inclinó ligeramente la cabeza a manera de burla al reconocer las últimas palabras que recitó —No me digas que en tus grandes viajes por ambos mundos y tiempos, fuiste alumno del gran Buda —sus palabras estaban llenas de mofa.

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