2. Adaptarse a las circunstancias

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Después de que Hange y Levi abandonasen la habitación, volví a caer en un sueño profundo. Y hubo algo que me dejó pensando cuando desperté unas horas más tarde.
Salían muchos sitios y personas en mi sueño que me sonaban de algo, pero no sabía quiénes eran. O en qué sitio estaba. Yo sabía que lo conocía, pero no me acordaba de nada.

–En fin... –Suspiré, y me levanté de un salto. Llevaba ya demasiadas horas tumbada en la camilla. Necesitaba estirar las piernas.
Aunque, antes de salir, me acerqué a los armarios donde estaban todos los medicamentos guardados. Como había visto antes, sólo encontré vendas y desinfectantes naturales en frascos antiguos.

Finalmente me decidí por abrir la puerta y salir del lugar.
Lo que me encontré al abandonar la sala fue un cruce importante de pasillos. Y no sabía a dónde llevaba ninguno, ni dónde estaban Levi o Hange. Así que tendría que aprender a ubicarme sola.

El pasillo de enfrente lo decoraba una ventana que dejaba ver el atardecer en el fondo. El pasillo de la derecha tenía apenas un par de puertas con placas, así que serían despachos, oficinas... Y el pasillo de la izquierda llevaba a unas escaleras.
Me decanté por el pasillo de enfrente. Igual explorar un poco no vendría mal.
Había muchas puertas en este pasillo, pero ninguna tenía placas. Supongo que serán habitaciones o algo.
No sé si debería abrir la puerta... –Pensé.

Justo entonces una puerta detrás de mí se abrió, dándome un susto de muerte. Una chica rubia, de ojos azules y bastante bajita se asomó.
–¡Hola! Tú debes de ser esa chica que trajo Hange, ¿no? –Su cara de felicidad al verme sin ni siquiera conocerme me hizo el día.

–Hola. –Sonreí. –Sip, soy esa chica.

–¡Ay, qué ilusión conocerte! Ymir y yo estábamos esperando que salieses ya de esa enfermería.

–¿Ymir?

Otra chica morena se asomó por detrás. Su expresión me inspiró confianza.

–¿Me llamaban? –Preguntó la morena.

–Mira, Ymir, es la chica nueva. –Dijo enseguida la chica rubia, sonriendo.

Ymir salió escopetada al pasillo. Se quedó mirándome fijamente, como si me juzgase con la mirada, y luego, al fin, se dignó a decir algo.

–Así que la nueva... ¿Cómo te llamas, pues?

Me quedé en blanco. No sabía qué responderle. ¿Cómo me llamo? No lo sé. No recuerdo cómo me llamo...

–Eo... Que cómo te llamas, digo.

–Es que... No me acuerdo.

La sonrisa de la chica rubia desapareció por completo.

–¿Cómo que no te acuerdas? –La rubia se me acercó y me agarró de los hombros, a lo que Ymir respondió con una mirada un tanto fulminante.

–No lo sé... No recuerdo mi nombre, no recuerdo nada...

La carita de preocupación de la chica rubia me hacía sentir mal. ¿Por qué no me acuerdo de mi nombre? ¿¡Tan fuerte me golpeó!?

–Bueno... No pasa nada, tranquila, seguro que poco a poco irás recordando todo, tranquilízate. ¿Quieres que bajemos a prepararte un té? Levi seguro que tiene de sobra.

Yo asentí con la cabeza sin mucho ánimo, y la chica empezó a caminar junto a Ymir hacia la escalera.

–Ay, por cierto, yo me llamo Christa. Christa Lenz. -Dijo la chica rubia en un tono entusiasta.

Christa e Ymir... A juzgar por cómo Ymir casi me mata con esa mirada suya cuando Christa me tocó, juraría que a Ymir, al menos, le gusta Christa. Ningún problema con eso, es toda suya.

Llévame contigo   ︴ hange zoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora