8. Confía en mí...

122 15 1
                                    

Unos dulces besos en mi mejilla me despertaron aquella mañana. La noche anterior había sido, sin duda, la mejor noche que había pasado hasta ahora. Y tenerla al lado mientras dormía... Me hacía sentir que nada en el mundo podía dañarme, al menos esa noche. Hange me protegía incluso sin ella pretenderlo. Ella es lo mejor que me ha pasado... A pesar de estar en este mundo, de no saber casi cómo era el mío realmente ni cómo regresar, ella me ha dado el cariño que me faltaba. Y, he de admitirlo, me ha enseñado a amar.

-Buenos días, titancita. -Los ojitos tan alegres de la capitana de escuadrón miraban a los míos, cansados y con expresión constantemente preocupada. -¿Dormiste bien? ¿Te incomodé? ¿Ocupé demasiado espacio en la cama? Igual tú te querías ir y yo... Bueno... -Nunca cambiará. Volví la vista lentamente hacia ella, tratando de que se percatase de que yo estaba mejor que nunca. Pero no pareció darse cuenta, ya que seguía algo preocupada y agobiada.
Así que opté por la opción que más me convencía: me lancé una vez más sobre ella para besarla.

-Espero que eso responda a tu pregunta... -Dije, mirándola fijamente a los ojos.

-Creo que no me ha quedado muy claro... A ver respóndeme otra vez... -Pidió, acercándome a sus labios de nuevo. Justo cuando estábamos a punto de fusionar nuestros labios, alguien tocó la puerta de la habitación.

-Hange. -La voz del capitán Levi se reconocía a kilómetros de distancia.

-Mierda... -Hange se levantó y fue enseguida a por sus pantalones y su camisa. Yo hice lo mismo. -¡Ya va! T/N, escóndete en ese armario y no hagas ruido, se supone que... Bueno, ahora te digo.

-¡Hange! -El enano aporreaba la puerta con más fuerza. Cuánto más fuerte golpeaba más nerviosa me ponía.

-¡Que ya voy, espera! -Respondió Hange, cogiendo sus zapatos y poniéndoselos sobre la marcha.

Yo me escondí en el armario con mis cosas y cerré la puerta. Escuché la conversación desde dentro como pude.

-Buenos días, Levi. -Saludó Hange, abriendo la puerta.

-Buenos días, cuatro ojos. Tienes que ir a hablar sobre algo importante con un cadete... En concreto, Connie Springer. Es algo muy importante para él... Y, desde tu punto de vista, podría ser un cierto avance en nuestras investigaciones y para la humanidad.

-¡Claro! Ya mismo voy...

¿Por qué Connie no me había dicho nada sobre eso tan importante? ¿Se lo habrá contado a alguien, siquiera? ¿Será que no confía en mí?
Mis inseguridades comenzaron a brotar sin piedad mientras los pasos de Hange se alejaban de la habitación junto a los de Levi.

Salí del armario. Me estaba agobiando demasiado, era muy pequeño.
Me puse las botas y las correas sin hacer ruido. Cogí la chaqueta y salí de la habitación. "Espero volver más de una vez", pensé.

Caminé rápido por el pasillo, hacia mi habitación, rezando porque Sasha estuviese en ella.

Llegué a la puerta, al fin. El número 37 relucía como nunca lo había visto. Levi debió enfadarse esta mañana...
Toqué la puerta suavemente antes de entrar. Y descubrí que, cómo esperaba, ni Sasha ni Mikasa estaban en la habitación.

-Joder, joder... Mierda. -Me quejé, mientras salía de nuevo. -Espero que estén abajo... Tengo que enterarme de qué le pasa a Connie.

Volví a andar con prisa hacia las escaleras. No sé por qué iba tan rápido, sinceramente no me iba la vida en ello, pero tenía una necesidad interna de enterarme, porque creía saber que se trataba de aquello que me contó Connie una vez sobre... Sobre su madre y su transformación.
Aunque no sabía cuándo había pasado eso...

Llévame contigo   ︴ hange zoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora