Beso indirecto

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—Puedes explicarme ¿por qué en un sábado a las seis de la mañana estoy despierto y caminando contigo hacia no sé dónde?

—Como tu médico personal debo asegurarme que hagas el suficiente ejercicio para ayudar a tu metabolismo.

—Reborn, vete a la mierda.

—Sé que me quieres.

Tsuna rio bajito, porque era de las pocas veces que veía a aquel muchacho con ropa deportiva, de porte informal y con el cabello desordenado.

—Ni siquiera tú tuviste tiempo de arreglarte.

—¿Por qué lo dices?

—No te peinaste.

—Se llama estilo libre, y es similar a tuyo.

—Yo me rendí con mi cabello, en cambio tú, Reborn, siempre luces impecable y hoy no.

—Me siento halagado porque notas mis pequeños cambios.

—Tonto.

Aun así, no se dio media vuelta y regreso a casa, siguió a paso constante junto a aquel muchacho que seguía contándole cosas de medicina que no entendía pero que fingía que sí solo para no aportar mucho a la conversación.

Estaba tan cansado y adormilado que solo asentía sin poner atención.

Grave error.

Después de una hora completa, cuando la gente ya empezaba a abrir sus negocios o realizar sus tareas, cuando creyó que ya podía volver a casa para tirarse en su cama y dormir doce horas; la mano de Reborn lo detuvo y dijo algo extraño.

—Es hora de que me compartas tu ADN.

—Eh...

—Será rápido.

—Yo no...

—Mientras no me ponías atención y bostezabas por veinteava vez, te pedí autorización para estudiar tu genoma y con ello intentar ingresar al departamento especial para...

—Momento, momento —Tsuna soltó un bufido—. Yo estaba distraído, eso no cuenta.

—Diste tu consentimiento, no es mi problema si no te fijaste.

—Te aprovechaste de que estaba en las nubes.

—Me conoces, sabes que me gusta salirme con la mía.

Iba a replicar, pero no quiso hacerlo; es más, se iba a ahorrar la discusión y solo murmuró un par de maldiciones antes de sentarse en una banquita del parque. Se restregó los ojos con cansancio.

—Que no sea sangre.

—Será saliva.

—Bien... —elevó una ceja—. Pero ¿después puedo irme a casa?

—Y yo que te iba a invitar a una cita.

—Reborn, tú ya tenías una cita, me lo dijiste ayer.

—Así que me pones atención a veces.

—Sí, cuando estoy despierto y no cuando no me dejas dormir adecuadamente.

—Detalles, detalles.

Tsuna no dijo mucho, solo esperó a que Reborn fuera a comprar lo necesario a una farmacia, bostezó de nuevo, sonrió cuando el azabache le dio una fundita de bollos calientitos como recompensa para disfrutar después de que completaran la muestra y solo abrió la boca.

Hizo una mueca cuando el isopo le raspó la mejilla, volvió a quejarse dos veces más porque Reborn tomó tres muestras por si acaso, vio extrañado como tres tubitos eran etiquetados y guardados en un paquetito; y finalmente escuchó el raro ruido de los guantes quirúrgicos al ser quitados de aquellas manos que algún día salvarían vidas.

Pero qué bueno estaba el bocadillo.

Eso lo compensó todo.

—Me pregunto si... —Reborn miró los guantes y la bolsa de muestras.

—¿Qué? —murmuró antes de dar otra mordida.

—Si meto uno de los isopos con tu saliva dentro de mi boca, ¿contaría como un beso indirecto?

Tsuna casi se atora con su bocadillo cuando escuchó eso, es más, tuvo que toser varias veces.

Y después rio bajito.

Pero después sintió nauseas.

Y volvió a reír por la tontería que acababa de escuchar.

—Por favor Reborn, deja de bromear... Estoy desayunando.

—Yo hablaba en serio.

—No te ofendas, pero me das asco... ¿Los otros estudiantes de medicina también son así?

—Algunos.

—Recuérdame no salir a cenar con médicos.

—Pero aceptas mis invitaciones.

—Ya no lo haré —sonrió divertido.

Los médicos hacían cada cosa rara.

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