Tomarse de las manos

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La ruta de su trabajo como multitareas en la empresa de un conocido del amigo de su padre hacia su casa, coincidía con la ruta de estudiantes de medicina hacia muchos sectores de la ciudad. Por eso era entendible que de vez en cuando se topara con su acosador pasivo-agresivo.

O eso quiso creer, porque sinceramente estaba tan cansado que ni siquiera se dio tiempo de investigar o buscar una respuesta coherente al hecho de que viera a Reborn más frecuentemente.

—Te invito a que tomes agua.

—El chiste ya es viejo, Reborn —bostezó—. No estoy enfermo.

—Tu rostro está más pálido.

—Se llama cansancio.

—Puede ser anemia.

—¿Podrías dejar de evaluarme como a uno de tus pacientes?

—Podría, pero no, porque...

—Debes practicar, ya sé —suspiró.

—Iba a decir que me detendría cuando aceptaras ver a un médico.

—Ya te dije que no estoy enfermo.

—Te evaluado por dos años, y sí... estás enfermo.

—Por favor, no de nuevo —Tsuna rodó los ojos.

—No creo que sea grave, pero si sigues descuidando tu salud, se podría volver un problema severo.

Tenía dos opciones: ignorarlo... o hacerle caso y callarlo de una buena vez.

Estaba tan cansado de eso, que aceptó.

—Bien.

—Perfecto.

Y antes de que se arrepintiera, Reborn tomó al toro por los cuernos.

Sonrió de lado ante de sujetar del codo a su nuevo paciente y se lo llevó hacia el hospital donde estaba pensando hacer su internado y en el cual estaba su siempre dramático profesor. Tsuna solo se dejó ser, ya le daba igual. Ni siquiera se quejó cuando lo dirigieron entre pasillos mientras le tomaban los datos informativos y le preguntaban si le molestaría que el estudiante estuviera presente en la revisión.

—Ya que.

—Serás mi muñeco de experimentación entonces —fue la burla de Reborn.

—Sí, sí, lo que sea.

Ya ni le hacía mucho caso a la enfermera o al estudiante, ni se fijó que esos dos platicaban sin tapujos pues parecían trabajar juntos desde antes, ni notó que esa confianza era porque el tal Reborn le coqueteaba a la señorita, ni imaginó que Reborn usaba su agraciada apariencia para que el personal femenino de ese hospital le diera clases personales y así adelantarse a la bola de idiotas que tenía por compañeros de carrera.

—Wow, conseguiste un paciente.

—Llevo dos años evaluándolo.

—Mejor ya cásate con él.

Solo ahí Tsuna elevó su mirada para encontrarse con un hombre de avanzada edad, con ojos muy amables y con una bata banca impecable. Iba a decir algo en contra de la burla, pero se quedó callado. Ya daba igual.

—Usted se me hace conocido.

—Tal vez te trataste conmigo cuando eras más joven —el anciano se acercó—. Llevo en esto mucho tiempo.

—Seguramente.

—Soy el Dr. Vongola y seré tu médico tratante para enseñarle a Reborn lo que necesita saber para heredar esta monstruosidad.

—Ya veo —Tsuna ni se sorprendió—. Debí saberlo.

—Un poco más de sorpresa valdría la pena —el azabache se acercó.

—Tu ambición o egocentrismo... Esas cosas te delataban como alguien que aspiraba a lo más grande —Tsuna miró a Reborn—. Quien quiere la grandeza es tan terco y fastidioso como tú.

—Gracias.

—Empecemos entonces —el doctor rio bajito.

Revisión general, toma de muestras de sangre para los análisis, un archivo de su persona que fue recién creado porque no hallaban coincidencia con su nombre -lo que significaba que era la primera vez que lo trataban ahí-. Y sobre todo, sentirse incómodo al sentir la penetrante mirada de Reborn que lo usaba de muñeco práctico de aprendizaje junto al señor viejito.

Fue un largo proceso, por suerte era viernes y ya nada tenía que hacer.

—¿Ya terminaron? —Tsuna restregó sus ojos.

—Por hoy sí —el doctor terminó de anotar algo, la enfermera se llevó las muestras, Reborn sonreía viendo algunos apuntes—. Te agendaremos las siguientes revisiones en recepción.

—Bien... —miró al doctor con curiosidad—. ¿Hay algo malo hasta el momento?

—¿Aparte del agotamiento físico? —rio bajito—. No... Pero los exámenes tienen la palabra final.

—Está bien. Ahora si me permiten, quiero irme a casa.

—No tan rápido —Reborn entonces se adelantó—. Te invito a comer.

—Ah...

—En cortesía por tu buena aptitud para ser mi sujeto de prueba.

—Ah.

—Vamos, sé de un buen lugar.

Tsuna miró como aquel tonto tomaba su mano con confianza, sonriendo de lado, pareciendo contento, y entrelazando ligeramente sus dedos.

Sospechoso.

—Tu estrategia con las enfermeras, no funcionarán conmigo.

—Te descubrió, Reborn —el doctor rio divertido antes de entregar una corta receta y despedirse con su mano—. Conmigo todo terminó, nos veremos después, Tsunayoshi.

Quedaron solos, en silencio, mientras el castaño lentamente buscaba su chaqueta y sus zapatos con la mirada.

—Así que te diste cuenta.

—Sí —Tsuna alejó su mano antes de bostezar—. Ahora si me permites, quiero vestirme e irme.

—Lo de invitarte a cenar es enserio.

—Lo aceptaré porque es un día agotador y no tengo ganas de cocinar.

—Genial.

—Pero no tomes mi mano.

—No prometo nada.

—Sabía que si te daba un poco de confianza, pasaría algo así... Después de todo, eres un acosador.

—Soy estratega.

—Mantén tu estrategia alejada de mis manos.

—Seguro.

Aun así, Tsuna vio una vez más como aquellas manos que se estaban entrenando para salvar gente, tomaban las suyas, a veces solo una o a veces ambas, para guiarlo por las calles y perderse entre locales coloridos que ofrecían diferentes manjares.

No se sentía incómodo.

Pero tampoco le convencía la cercanía con la que lo trataba Reborn.






Notas finales:

Un poco predecible y trillado, pero no quise complicar tanto este flufftober.

Solo hay que disfrutarlo.

Circunstancias coloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora