Futuro

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—Ya te dije que no me voy a bañar contigo.

—Ya lo habíamos hecho antes, ¿por qué ahora no?

—Porque no.

—¿Hay algo diferente? —Reborn sonrió de lado.

—Me da vergüenza —Tsuna empujó a Reborn—. Así de fácil.

—Pero ¿por qué?

—Apúrate, voy a llegar tarde.

—No respondiste a mi pregunta, pastelito.

—Sigue molestándome y abriré la llave de la cocina para que tu baño sea el doble de caliente que la otra vez.

—Me rindo —elevó sus manos.

Y es que Reborn entendió muy bien el cambio drástico desde que Tsunayoshi se dio cuenta de amor mutuo que se tenían. Adoraba molestarlo por la misma razón, porque adoraba verlo tan agitado, alerta, y cuidadoso con cada cosa nueva que descubría.

Era un gusto culposo.

Pero tenía cuidado, un paso en falso y Tsuna en verdad lo castigaría físicamente y eso no lo permitiría. Porque su cuerpo era un templo.

—¿Quieres algo para navidad?

—¿Me estás preguntando por mi propio regalo?

—Es que no soy bueno en eso —Tsuna hizo una mueca—. Y ya que antes solo te regalaba algo para comer... Quiero que esta vez sea diferente.

—Usa tu cabeza un poquito y piensa qué me gustaría.

—He pensado en muchas cosas —miró a Reborn—, pero no puedo cumplir ninguna.

—Yo creo que sí.

—No quiero cumplir ninguna.

Reborn soltó una risita.

—Me conformaré con un beso.

—Por favor, Reborn, solo dime lo que quieres y te lo compraré.

La nieve volvía las mejillas de Tsuna una perfecta bombilla de navidad, era gracioso, y a Reborn le gustaba. Disfrutaba también de caminar por las calles sosteniendo aquella mano enguantada, presumiendo de su relación con ese simple gesto, y burlándose de algún accidente que el castaño tuvo en la oficina.

Pasearon cuando pudieron, se esperaban a cenar a pesar de que alguno llegara muy tarde, se despertaban con un beso silente, y se acurrucaban juntos en la sala para combatir el frío de la época.

Tenía todo lo que quería.

Tal vez por eso solo pidió una camisa nueva, lo cual Tsuna cumplió duplicando el pedido y combinando una corbata muy formal que le serviría a futuro. Mientras él, ni siquiera lo pensó mucho y cumplió uno de los pocos deseos que Tsuna tenía escondidos.

—Debió costarte una fortuna.

En manos de castaño reposaba una cámara fotográfica profesional, completa, brillante, especial. La ilusión y alegría de Tsuna era lo único que Reborn necesitaba para considerar a esa navidad como una de las mejores en su vida.

—Te estás retrasando en cumplir con la promesa —le acarició la mejilla—, que esto sea un soborno para que ya no pierdas el tiempo.

—Eres un idiota cruel, pero dulce —Tsuna rio bajito—. Seré tu fotógrafo personal cuando te gradúes.

—Eso espero.

Ambos pensando en el futuro, uno en donde estaban juntos y felices. Sin días grises o desilusiones que impedían seguir. Siempre apoyándose como lo haría cualquier pareja casada, ilusionada.

Festejos entre risitas y besos.

Circunstancias coloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora