Comparten cama

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No hubo razón que lograra hacer que la mentalidad de Mukuro cambiara, incluso cuando el propio Tsunayoshi certificó y juró que Reborn era un excelente compañero y que el médico le dijo que todo estaba bien.

—No dejarás desamparado a un pobre visitante cuyo vuelo saldrá en dos días, ¿verdad?

—Sabes que no —Tsuna sonrió—. Puedes quedarte sin problemas, pero en serio, estoy bien.

—Tal vez deba extender mi estadía durante un mes —Mukuro sonrió al ver la mueca de fastidio del tal Reborn.

—¡Claro que no! —Tsuna le dio un alto—. Tienes tu propia vida que atender y Nagi te necesita, no la puedes dejar sola en el extranjero.

—Touché.

Fue así como Mukuro confirmó que el fin de semana sería un invitado, incluso si eso incomodaba al otro habitante de ese pequeño departamento de soltero. Si las miradas mataran, Mukuro y Reborn se habrían asesinado desde el inicio.

No fue cómodo, pero tanto Mukuro como Reborn supieron disimular su desagrado por el otro frente al castaño. Pero quedarse solo ellos dos mientras Tsuna descansaba, era otra cosa.

Competían en silencio, con miradas, cocinando, limpiando. Mukuro llegaba a presumir las fotografías que Tsuna tenía enmarcadas donde aparecían ellos dos, y Reborn comentaba que en largo tiempo en que convivía con Tsuna, este jamás nombró a un tal "Mukuro". Mukuro presumía su infancia con el castaño, Reborn se jactaba que Tsuna usaba el anillo de promesa que él le regaló.

Caos, una lucha incesante.

Y un causante despistado.

—Me alegra que se lleven bien —Tsuna sonrió mientras cenaban—. Siendo así, no les molestará compartir cama.

—¿Qué? —corearon ambos.

—Saben que mi departamento es pequeño —el castaño terminó de masticar—. Yo debo dormir solo porque debo cuidar la herida, y como ustedes dos se quedarán aquí, compartirán el otro futón que tengo.

—Conejito, a veces olvido que estás acostumbrado a no tomar precauciones —Mukuro sonrió.

—Tal vez Mukuro debería buscar hotel —el azabache atacó.

—O tal vez Reborn debería regresar a su departamento.

—Vivía en la residencia de estudiantes, en vacaciones regreso a casa de mi familia, pero Tsuna amablemente me invitó vivir con él hasta que empiece las clases de nuevo.

—No diría que te invité, Reborn —Tsuna estaba más concentrado en su comida que en los otros dos—, pero sí. Reborn se está quedando aquí durante las vacaciones, y también invité a Mukuro a quedarse, así que...

—A veces eres astuto, conejito.

Dos individuos que se declararon en guerra fría, por dos noches, debieron compartir un solo futón. Y no fue fácil. Pelearon en silencio y a oscuras por la posesión de la manta, intentaban captar la atención completa del castaño mientras podían, se ofrecían a ser de ayuda para el chico en cada ocasión, y obviamente, hubo un par de veces en las que pelearon y casi son descubiertos.

Fue duro.

Agotador.

—Ven conmigo y escapemos como las almas gemelas que somos.

—No —Tsuna rio cuando Mukuro intentaba despedirse—. Y en serio, no volvamos a tener la misma extraña charla de la última vez.

—Sabes que te convenceré.

—No puedo seguir tu ritmo, Mukuro.

—Eres cruel, Tsunayoshi... Más te vale cuidarte bien, vendré a visitarte de nuevo en cuanto pueda.

—Tranquilo, Reborn me cuidará bien... Es igual de obsesivo que tú.

—Me ofende que me compares con él.

Reborn soltó un suspiro de alivio cuando aquel muchacho con peinado de piña por fin se fue. No se había irritado así desde hace tanto. Pero todo terminó.

Y de nuevo volvía a tener la atención de Tsuna para él.

—Creí que no tenías tantos amigos.

—Son pocos y muy variados —Tsuna sonrió—, pero siempre es lindo verlos.

—Fueron días agitados, ya veo por qué no quisiste contarles desde el inicio.

—Y no conociste a Hibari —Tsuna soltó una risita—. Él me hubiese amarrado al futón para que reposara hasta días después de que me quitaran los puntos.

—¿En serio?

—Su manera de mostrar cariño es muy particular.

—Si no vino a verte, no creo que sea muy cariñoso.

—Su trabajo es muy duro —el castaño sonrió—, pero siempre que puede me envía un mensaje sin falta, y ha estado pendiente incluso antes que todos los demás.

—¿Me estás diciendo que le contaste de tu cirugía al tal Hibari? —oh sí, sentía esos celos en el estómago.

—Sí, desde el mismo día que me entere. Él sabe guardar secretos, así que no había problema. Y ha estado pendiente de mí, incluso le dije sobre ti y se calmó un poco.

—Así que le hablaste de mí.

—Sí —Tsuna le restó importancia—. Te investigó y dijo que no parecías peligroso.

—¿Que el qué?

—Ya te dije que tiene una forma particular de mostrar afecto.

—Tienes amigos muy raros.

—Tú también eres raro, Reborn... Y por cierto, lamento que hayas tenido que compartir la cama con Mukuro. Suele gustarle abrazar, así que podrías no haberlo pasado bien.

—¿Has dormido con él?

—Sí, en los campamentos. Siempre despertaba rodeado por sus brazos.

—Ese desgraciado —murmuró.

Definitivamente no le gustaban los amigos de Tsuna.

Circunstancias coloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora