Uno está enfermo

138 22 0
                                    


"Mírame a mí"

Tsuna vio la nota que Reborn le dio apenas hace unos segundos y rodó los ojos. No podía ser que llegaran a eso. Además, fue el propio Reborn quien se ofreció a acompañarlo junto a Enma y Adelheid comprar algunas cosas, quienes querían llevarse algo como recuerdo antes de viajar a otra ciudad donde visitarían a la familia de la novia.

—¿Y dónde quedó la dulzura?

Reclamó casi en susurro cuando pudo quedarse detrás de la pareja, a solas con Reborn.

—No dejas de mirar a tu amigo, eso me está molestando.

—Fuiste tú quien se ofreció a esto. Y si lo veo, es lo más normal del mundo, ¡tengo que mirarlo para hablarle!

—Vas a incomodar a la mujer.

—También la estoy mirando... bueno, aunque no tanto porque su mirada me intimida un poco, ¡pero es un acto normal en una interacción social!

—Se va a dar cuenta de que...

—¡Reborn! —le golpeó en el costado con la suficiente fuerza para callarlo.

—¿Tsuna? —el pelirrojo los notó—. ¿Sucede algo?

—Ah, nada, nada —Tsuna rio bajito—. A Reborn le gusta molestarme a veces.

—Golpeas fuerte —Adelheid miró al azabache que se mantenía inclinado, sosteniéndose la costilla—, aunque no pareces ser alguien atlético.

—Ah —Tsuna rio incómodo—. Enma me enseñó una técnica que tú le enseñaste... es por eso.

—¿Está bien? —Enma se acercó a Reborn—. ¿Te duele mucho?

—No.

—Creo que le rompiste algo.

No se rompió nada, pero sí dolió mas de lo que Reborn se lo esperaba, por eso se quedó inclinado por cinco minutos y tuvieron que detenerse en una cafetería para que descansara.

Qué fuerte.

Y qué estupidez.

Porque Reborn tal vez exageró un poquito pensando que de esa forma Tsuna se sentiría culpable y terminarían esa salida de cuatro, para ser solo ellos dos. Sinceramente no planeó que Enma y la mujer que se burlaba de la situación con la mirada, los acompañaran por casi todo el rato.

No pasó a mayores.

Pero sí fue humillante.

Porque Adelheid se burló de su infantil forma de demostrar sus celos.

Esa mujer era insoportable.

Ahora hasta sentía un poquito de pena por el pelirrojo que se iba a encadenar a Adelheid de por vida.

—Fue divertido. Gracias por acompañarme estos días, Tsuna.

—Hace tanto que no nos vemos, también me divertí, Enma.

—Planeemos encontrarnos de nuevo antes de la boda.

—¡Seguro!

Felices caritas emocionadas cada uno por su razón, miradas de los otros dos que solo admiraban la despedida de los amigos de juventud. Todo terminó en una efusiva despedida, promesas, planes, sonrisas y sus manos agitándose de lado a lado hasta que dejaron de verse.

Muy bonito.

—Ya se fue, deberías dejar de despedirte.

—Lo voy a extrañar —suspiró Tsuna cuando se inclinó un poco y dejó su cuerpo caer desanimado.

—Te vas a lesionar si haces eso.

—No creo —se levantó casi de un salto.

Pero cuando se irguió, sintió un dolor punzante en la zona de su abdomen, algo pequeño que de pronto fue creciendo hasta el punto en que debió inclinarse un poco y respirar poco a poco.

—Tsuna...

—No es...

—Ey, ey, espera, no te levantes, ven conmigo.

Extraño.

Reborn guio al castaño hacia unos asientos, le palmeó la espalda, le dio agua y esperó a que el castaño poco a poco se fuera levantando, esperando a que el dolor se fuera.

—Vamos al hospital, tienen que revisarte.

—Ya te dije que no es nada —suspiró alejando las manos de Reborn de su barriga—. No necesito que me examines.

—Tener dolor repentino, no es normal.

—Lo es, a veces me pasa... Suele ser un calambre, no te alteres.

—No creo que sea un calambre.

—Reborn, por favor.

—Iremos al hospital. No quiero réplicas.

Tsuna ya se sabía la rutina, Reborn iba a insistir hasta el cansancio y sinceramente no quería perder tiempo en eso, solo quería irse a casa y descansar. Tal vez comer algo salado porque sentía náuseas, así que simplemente aceptó.

Ya conocía al personal del hospital, hasta charló con una enfermera mientras le tomaban los signos básicos.

Llegó el anciano tutor de Reborn a examinarlo, Reborn observando atento mientras aprendía.

—Hoy Reborn está preocupado, y eso no es algo común —el viejito sonrió—. Por eso pondremos más atención y revisaremos minuciosamente.

—Solo es una tontería —Tsuna suspiró.

—Tiene náuseas, hace muecas y se cubre la boca a veces.

—¡Reborn! Deja de observarme tanto.

—Es bueno ser observador —el doctor hizo una mueca rara—. Creo que añadiremos unos exámenes extra por precaución.

Era un completo drama.

Una espera casi igual.

Y sinceramente no se esperó la noticia.

—Necesitarás cirugía.

Se quedó de piedra cuando escuchó la voz seria del doctor, porque era la primera vez que lo escuchaba ser tan profesional. Y fue mucho peor cuando le describían las complicaciones que podría tener si no le ponía atención a la hernia que al parecer tenía y que no le tomó importancia y lo confundió con una simple molestia intestinal.

—Debemos esperar un resultado más... pero sí, la cirugía debe planearse.

—Lo pensaré.

—No es cuestión de pensarlo, Tsuna —Reborn tal vez pareció salirse de su faceta neutral.

—Tranquilo —y el doctor lo entendió—. Dale tiempo a que procese esto... Una cirugía no es algo fácil de asimilar, Reborn.

—¿Puedo irme a casa?

—Sí.

Salió a paso calmo, sin prestar mucho interés en lo que discutían estudiante y profesor. No se despidió de nadie, siguió su camino despacio mientras palmeaba la sección donde a veces le dolía. Ahora notaba que tenía una pequeña protuberancia que antes obvió por descuido o por ignorancia.

—Tsuna.

La voz de Reborn hizo eco en su mente y suspiró.

—Saldrá bien... No es un proceso complicado, y te atenderán en uno de los mejores hospitales. El tiempo de recuperación...

Tsuna se detuvo en medio de a acera, no levantó la mirada.

—Estoy asustado.

Confesó mientras apretaba su abrigo.

Reborn no supo qué hacer en ese momento.

Así que se quedaron en silencio, caminando hacia la estación, mirando los trenes pasar.

Cada uno con sus propios pesares.

Circunstancias coloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora