Cartas o notas de amor

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Lo vio tan emocionado esa vez, sosteniendo entre sus dedos, con ambas manos, una pequeña notita fabricada en simple servilleta. Porque al parecer intercambiaron números nuevos, redes sociales y algo más quizá.

Le ardía hasta la próstata por los celos.

Porque la sonrisita boba de Tsunayoshi, que podía compararse con la del pelirrojo llamado Enma, era insufrible. Los vio pareciendo un par de adolescentes enamorados en medio de su primer acercamiento ante un romance de cuento de hadas.

—¿Es tu novio?

Soltó aquella pregunta como puñalada hacia el avergonzado castaño que empezó a reírse incómodamente y a negar con la cabeza en un intento mediocre de negar lo innegable.

—Nunca me contaste que tenías pareja.

—Yo no... No tengo —Tsuna se guardó la notita con rapidez.

—Pues no lo parece.

De nuevo un silencio largo e incómodo.

Y otra vez el demonio interno de Reborn queriendo vengarse al avergonzar a Tsuna hasta que éste deseara no haberse encontrado con aquel pelirrojo raro.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?

—No es mi pareja —respiró profundo—. Enma es mi amigo de hace muchos años —sonrió aun con las mejillas rojizas.

—No creí que fueras cobarde y no le dijeras que te trae como idiota.

—Reborn —rio bajito—, detecto cierto cambio en tu humor, ¿qué te pasa?

—Ese chico te gusta.

—Es mi amigo.

—Eso no quita la realidad... Te gusta.

—Enma está comprometido —lo dijo sonriendo, señalando donde ocultó el papelito—. Me dejó su nuevo número ahora que regresó al país y también me dio la dirección para visitarlo en su hotel.

—¿Vas a ser el amante entonces?

—Claro que no... Voy a conocer a su prometida y seguramente a hacer el ridículo por mis torpezas cuando conozca a la imponente mujer que le robó el corazón a mi querido amigo.

—Sigues llamándolo amigo cuando te babeas por él.

—Reborn, cállate... Déjame disfrutar de este momento.

Rodó los ojos, suspiró tranquilizándose y retomó compostura. Porque debía averiguar más de su actual enemigo, del intruso que parecía tener embobado al castañito paciente.

Ni siquiera lo tenía que considerar una amenaza porque el tal Enma se iba a casar, pero... debía entender qué vio Tsuna en el muchacho, conocer mejor las preferencias del castaño, averiguar cómo lograr que Tsunayoshi lo mirara de aquella forma ilusionada y feliz.

Volvían los celos como puñaladas en los órganos.

—Me he escrito con Enma durante años —mencionó Tsuna cuando se sentaron un rato en la sala de espera en el hospital.

—Y... alguna vez ustedes...

—No —cortó la pregunta de Reborn al instante.

—Admite que estás enamorado de él.

—Lo estuve... y tal vez lo esté un poquito —balanceó sus piernas—. Pero es mi amigo y me pone muy feliz que haya encontrado al amor de su vida.

—A veces creo que no luchas por lo que en verdad quieres.

—Sí —rio bajito—. Me sucedió con Haru también... Pero siempre serán parte bonita de mi vida y no puedo pedir más.

—Todavía tengo curiosidad por el asunto, ¿por qué...?

—Vasta de preguntas, Reborn —Tsuna suspiró—. Déjame pasar a revisión.

—Aun no...

—Es mi turno —señaló a la pantalla de la sala de espera—. Me toca someterme a otra de esas pruebas para que tú aprendas. Ahora pon atención, has silencio, y deja que tu profesor me examine.

Pero no pudo concentrarse, es más, hasta metió la pata y desorganizó los instrumentos, así que fue castigado por un divertido doctor que simplemente le reprochó el descuido sin más que enviarlo fuera. Como si fuera un niño pequeño que debía permanecer castigado en el pasillo.

Se quedó en la sala de espera, enfurecido, insatisfecho, frustrado.

Porque alguien más había enamorado a Tsuna y él ni siquiera podía sacarle una de esas hermosas sonrisas avergonzadas.

Incluso tuvo que ir a lavarse el rostro para calmarse por completo.

Y entonces recordó un detalle que estúpidamente dejó pasar.

Porque Tsuna era un romántico.

Suspiros le faltaron para recorrer los pasillos en busca de un buen bolígrafo y el papel con dibujitos que los pediatras usaban con sus pacientes infantiles.

—Ey, Reborn.

Tsuna salió de consulta como si nada, sonriendo al verlo. Aun con ese buen ánimo de la mañana.

—¿Me extrañaste en consulta?

—No —rio bajito al ver la mueca de Reborn—. Apuesto que tú sí extrañaste estar allí dentro, aprendiendo algo nuevo.

—Puedes hacerme un resumen.

—No —negó divertido—. Tu profesor, Timoteo, dijo que no puedo decirte nada porque estás castigado.

—Entonces no te invitaré a comer.

—Está bien —empezó a dirigirse a la salida.

—Sin réplicas. ¿No estás de tan mal humor como siempre?

—No... Sigo cansado, pero no de mal humor.

—Y yo que te preparaba algo que te animara.

—¿Qué cosa?

—Una nota de reproche —mostró el papel doblado varias veces y lo puso en el bolsillo de Tsuna—. Léelo cuando tengas tiempo.

—¿Y por qué no ahora?

—Te acompañaré a que tomes el tren.

—Qué considerado —sonrió.

—Así soy yo.

No dijo nada más en ese día.

Tsuna se despidió de un Reborn sonriente, de buen humor a comparación del cómo estaba antes de la consulta. Lo dejó ser, solo quería llegar a casa, revisar sus mensajes, charlar un poco con Enma y después dormir hasta cuando el cielo le dijera vasta.

Pero recordó la nota cuando estaba cenando lo que compró en el supermercado.

Revisó su bolsillo con curiosidad.

Y mientras masticaba despacio, admiró cada detalle de ese papel.

—Vaya...

Era un retrato, su retrato, su rostro marcado en papel de colores, con ositos en los bordes. Era un dibujo de su rostro sonriente, con la arruguita de su nariz marcada porque hacía eso cuando bromeaba o se alegraba demasiado.

—Sabía que los médicos eran buenos dibujantes... pero esto...

Tsuna dejó de comer para mirar bien.

Y sonrió.

Casi hasta se sintió especial.

Porque junto a su retrato estaba una frase curiosa.

"Dedícame una de tus sonrisas"

Guardaría ese detalle por siempre, porque era uno de los más bonitos que le habían dado.




Notas finales:

Me voy a demorar un poco en ponerme al día con esto porque estoy trabajando en la R27week2021. Por favor, ténganme paciencia. 

Circunstancias coloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora