Circunstancias coloridas

Conocer a los padres

Reborn le explicó que hubo diferentes razones por la que su familia no asistió a su graduación, una de ellas era que sus hermanos estaban distribuidos por todo el mundo, viviendo sus propios sueños tal y como lo prometieron a sus padres adoptivos. Y si bien lo llamaron o enviaron decenas de mensajes deseándole lo mejor, no pudo obligarlos a venir por algo tan simple.

—A diferencia de antes, esto es importante.

—¿Por qué?

—Porque voy a presentarte como mi pareja y futuro esposo.

—¡Qué tú qué!

—Formar una familia es especial para nosotros, es muy importante, tanto que mis tres hermanos insistieron en viajar para conocerte, Tsuna.

—Pero... —dijo nervioso.

—Uno de ellos dirigirá una pequeña ceremonia para simbolizar nuestro matrimonio.

—¡Momento! ¿Qué vamos a hacer qué? ¡¿Matrimonio?!

—Será solo algo simbólico.

—¡Pero!

—Por eso debes llamar a tu madre, padre y tus tres hermanos e invitarlos.

—Creo que se te olvidó preguntarme qué opinaba yo.

Reborn solo rio bajito, divertido por su travesura que casi provoca un infarto en aquel castaño.

—Es broma.

—¡No hagas eso conmigo!

—Pero cuando sea el momento, sí vamos a oficializar una boda, así que prepárate.

—Aun tengo tiempo —suspiró aliviado.

—Solo conoceremos a mi madre, su nombre es Miriam.

—Ceo que puedo con eso.

—Te va a adorar.

Viaje largo y cansado, nervios a flor de piel.

Una mujer ya con varias décadas a cuestas, de sonrisa amigable y gentil, con ojos azules y el cabello con algunas hebras canosas. Fue aquella agradable mujer quien lo recibió con emoción después de abrazar y apretar las mejillas de Reborn.

Era un alma dulce que crio con mucho cariño y cuidado a Reborn y a los tres hermanos de este. Sin compartir sangre siquiera, pero los amó con todo lo que pudo al igual que hizo el esposo, quien había fallecido hace unos seis años. Una casa hogareña llena de recuerdos y fotografías, comida humeante y caliente, una plática amena y tranquila.

—Siempre creí que Reborn me traería a una chica embarazada a casa.

Tsuna rio divertido y Reborn soltó un bufido molesto.

—Pero ahora me siento feliz porque me trajo a un muchacho gentil y risueño.

—Mamá, por favor.

—Debe amarte infinitamente como para traerte y presentarte —le sonrió a Tsuna.

—Mamá —se quejó Reborn.

—Y eso me hace feliz. Siempre quise que mi pequeño Reborn tuviera una familia feliz.

—Aunque es un gruñón a veces, y puede ser molesto —Tsuna rio en compañía de la mujer—, lo amo verdaderamente y cuidaré de él con diligencia, se lo aseguro.

—Así que me amas —sonrió Reborn.

—Ah... se me escapó —el castaño giró el rostro avergonzando.

—Mis rezos han dado frutos —la mujer volvió a bromear—. Con el carácter tan difícil que tiene mi hijo, estaba perdiendo esperanzas.

—¡Mamá!

—Debes darme la razón, Reborn.

Divertida visita, tal cual fue cuando Tsuna presentó a Reborn como su pareja. Misma cálida bienvenida y recibimiento al nuevo integrante de la familia, felicidad, y algunas bromas acordes a la situación. Nana estuvo contenta de conocer al novio de su hijo, Iemitsu hizo un escándalo porque nadie se merecía a su pequeño, pero finalmente solo aceptación.

Aunque con los hermanos de Tsuna fue algo un poquito diferente.

Porque el tal Lambo quiso hacerle decenas de bromas a Reborn para ahuyentarlo, la pequeña I-pin lo miraba seriamente en pro de amenazarlo en silencio, y el mayor, Fuuta, solo restaba importancia a las travesuras pero maduramente le exigió tratar a su hermano con respeto y mucho cuidado.

Y eso que Tsuna ni siquiera advirtió que su familia conociera a Reborn, un día solo llegaron todos juntos de la nada. Como si alguien los hubiese invitado sin que él supiera.

Simples coincidencias.